Me quedé en silencio escuchándote llorar. Tus lágrimas brotaban mostrando la mejor de sus sonrisas. Ni el más fuerte de los vientos las pudo arrancar de tu rostro. De manera voluntaria, una a una, fueron lanzándose al vacío de la desesperación. A tus lagrimas nadie les preguntó si querían nacer... a mi tampoco. Me quedé mirando con la nariz tocando el cristal. El vaho me hizo perder poco a poco la visión. El laberinto seguía inmóvil en mi cabeza. Cada vez lo tengo más claro. Las personas no cambian. Sólo modifican su conducta, movida por los hilos del egoísmo. Me tenía que haber mostrado desde un principio tal y como soy. Ese ha sido el gran error. ¿Que quien soy? Creo que ya lo sabéis. Soy un muchacho normal, que sólo busca vivir en paz, con la libertad necesaria, ni más ni menos. Me gusta vivir, sentir, imaginar y soñar. Me gusta ser dueño de mis actos. Me gusta ser fiel, querer y amar. Me gusta respetar mis gustos a los demás. Me gustaría que me los respetasen a mi. No me gusta el chantaje. Que los laberintos son nubes con paredes de metal; que no existe suelo donde pisar, ni esquina por torcer donde pueda olvidar la sonrisa de esas lágrimas que tan fácil sueles mostrar. Esas nubes de tu brisa son las que me impides tocar. Y si no existe el respeto, no existe la libertad; entonces dime, vida mía, dime en quien confiar...
Acabas de darle una imagen a mi estado emocional de hoy: esas paredes de piedra tosca, ese pasillo sin salida, esos muros fríos que te aislan de la luz, esa prisión gris que te encarcela y comprime.
ResponderEliminarAsí me he sentido, y en tus palabras también logre encontrar mi voz callada, no sabía cómo explicar mi emoción, y llegas tú, y haces diana, pleno.
Lo de hoy ha sido un estado pasajero, pero jamás me permito sentir a mitad las cosas, por eso a veces me duelen tanto.
Un múltiple abrazo amigo mío.
manolo, en el laberinto de la vida es muy dificil encontrar el buen camino, el que nos llevará a la meta, es posible que tengamos que recorrer muchos antes de tener suerte con la meta, pero hay que andarlos y hay que hacerlo con ilusión y confianza.
ResponderEliminarMuchos besos.
Ayyyyy a menudo me siento así como dices (o como muestras en esa imagen) encerrada mentalmente en un laberinto del que no encuentro la salida. La gente no suele cambiar, simplemente suele disimular sus defectos a conveniencia, y cuando se sienten amenazados suelen desahogar su frustracción con el más débil que tienen al lado (o con el de corazón más noble, para así hacer más daño y sentirse íntimamente mejor).
ResponderEliminarQue sepas que tus palabras se identifian a menudo con el estado de ánimo de quienes te leemos, lo que te da a entender que quizás somos muy parecidos y padecemos las mismas inquietudes (o semejantes).
Besos Manolo (muuuuuy frios)
Mayte, no recuerdo si aquello tenía salida o no, me parece que en uno de los laterales sí tiene salida. Creo que la foto es de unas catacumbas en Mérida. Lo de Mérida es seguro, jeje...
ResponderEliminarEs que ayer no encontré mejor foto para acompañar al texto. Malditos estados pasajeros que nos invaden cuando menos nos los esperamos.
Me gusta tu forma de dar abrazos. Besos!
Hola Wendy.
ResponderEliminarQuizá el problema es que no sabemos donde está la meta, de ahí que la vida sea un eterno laberinto. Porque si supiéramos donde está la meta, si hubiéramos llegado a ella, seríamos totalmente felices.
Un beso.
Hola Akasha.
ResponderEliminarSé que a veces os podéis sentir identificados con lo que escribo, pues a mi me pasa también en otros lugares que visito. Creo que es normal.
Seguramente no sabemos ni en qué laberinto nos encontramos. Nos faltan tantos datos que nos encontramos desbordados. Intentemos no hacer un laberinto de cada problema.
Imagino que hace mucho frío por la forma de recalcarlo al dar besos, jajaja... aquí también. Te lo aseguro... jeje. Besos!