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miércoles, 26 de enero de 2022

LA FIEBRE DEL ORO

LA FIEBRE DEL ORO

Imponemos nuestros valores a nuestras preferencias. Es obvio. no podemos pensar sin actuar, aunque generalmente es a la inversa. Creo que cuando nos damos cuenta de que nos queda mucho por mejorar es cuando valoramos el tiempo que nos queda por estar en esta vida. El oro, en cada una de sus versiones, tiene un precio, y éste suele ser polivalente según el color del metal preciado. No es oro todo lo que reluce. En la línea que separa nuestro horizonte de la realidad se bañan nuestros sueños, se mojan nuestras esperanzas y se empapan nuestras realidades, que es lo único que, a día de hoy, me interesa. Ya lo he dicho otras veces... el tiempo no se pierde, solo se invierte o se transforma. Y, como toda inversión o transformación, puede salir mal parada.

Miré mi sangre a través de un cristal de color rojo y, obviamente, me confundí de color. El oscuro siempre le gana al claro, independientemente del punto de vista. Los que son más fuertes que yo siempre serán más fuertes que yo. En todos los aspectos.

Se puede perder todo el tiempo del mundo en buscar oro mientras nos damos cuenta de que no lo vamos a encontrar. Entonces es cuando echamos de menos el tiempo. El dinero no se puede transformar en tiempo pero quizá a la inversa, funcione nuestra teoría...

...el problema es saber cómo hacerlo. Si todos supiéramos, el oro no existiría. O tendría otro valor. Nunca lo sabremos.

miércoles, 19 de enero de 2022

HASTA LA SIGUIENTE BATALLA

HASTA LA SIGUIENTE BATALLA

Cansado de la heroína que surcaba por el abismo de mi paciencia, sangrante, incansable, busqué un refugio en mitad de la tormenta. Un fino filo, sensible, impermeable, adoleciente y sin sentido. Me pregunté por mi mismo y, una vez más, no me encontré. La debilidad se encuentra en la mente y las ganas de lucha son semejantes a las ganas de esquivar la confrontación que no debemos olvidar. Pero en el olvido reside toda derrota, como debe ser. El agotamiento es innegable, y la tormenta dura se hace eterna. Cuenta desde el final y nunca llega al principio. No existe resquicio ni punto débil cuando un ataque es, aparentemente, perfecto. Entonces es cuando llega el desánimo y el uso de armas blancas se convierte en algo tan lícito como cualquier decreto en desacuerdo con la moralidad.

La guerra nunca acaba. Después de una batalla, viene otra, y otra, y otra... y así hasta que un bando desaparezca por completo. Cualquier cosa sin importancia es una lucha más de poder, de insignificante poder, de ínfimo poder... pero que mina la moral en caso de derrota. Las matemáticas se destruyen, la poesía se esfuma y el romanticismo se pinta del color más insulso de nuestra paleta de maquillaje. 

Después, solamente hay que cambiar los números en función del día en que comienza la semana. El resto se repite y se repetirá por siempre hasta la eternidad. Las personas no cambian, el tiempo tampoco... Pero de este último dependeremos siempre... hasta que se nos agote. Fin de la guerra, al menos de esta. 

Luego vendrán más.

miércoles, 12 de enero de 2022

UN PUNTO DE INFLEXIÓN

UN PUNTO DE INFLEXIÓN

Hay momentos que marcan toda una vida... aunque la vida sea corta o no sepamos lo que queda por vivir. Es el maestro quien debe percibir que ya no le queda nada por enseñar al alumno, y no al revés. Momentos cruciales, de espera e incertidumbre, que sin llegar a ser mortales no dejan de ser tales como en los cuentos de mi pincel que no cuentan embustes, sino trocitos de lunares envueltos en peluches. Y siguiendo la estela que sobrevuela el pasado de mis ancestrales, me encontré caminando por los portales vírgenes de terciopelo bañados en cristales, mojados, empapados, haciendo inservibles mis sueños de inocencia camuflados entre cientos de pañales. Es un retorno al pasado el que dibujo entre letras vueltas de camino a tientas por la ruta de mi nostalgia. Aunque siempre digo algo, a veces nunca me entiendo. Pero, en este momento, sé que lo de antes es lo de antes y lo de ahora será ya, siempre, a partir de ahora, y valga la redundancia, diferente. Aunque lo mire de lado, o aunque lo mire de frente.

Mis disculpas no sirven de nada, aunque yo siga cometiendo errores. Aunque bese el suelo, aunque lo sean todo para mi, aunque no me importe nada, aunque piense en ella, o en él, o en todos... es por mi, y no por nadie más. Esto es un punto de inflexión, una línea invisible que separa dos partes: al antes y el ahora. Una línea no puede hacer tres divisiones. Siempre hay dos partes, porque el después no existe.

Tengo mi apodo ganado a pulso. Siempre me pasa. Siempre. No sé quien es mi error, pero sí sé que yo soy mi mayor equivocación. Nunca haré méritos suficientes para conseguir un perdón... aunque yo no quiero un perdón. No necesito un perdón. 

Solo necesito una caricia cerca de mi corazón... que ya intentaré yo encontrar un nuevo punto de inflexión.

miércoles, 5 de enero de 2022

NUNCA ES VERDAD

NUNCA ES VERDAD

El caramelo más amargo se llama muerte. Por el sendero de la melancolía no se reparten regalos, ni aunque seas Rey Mago. Rey poderoso que tiene el don de la inmortalidad y el placer de regalar juguetes a los niños de medio mundo. Y, entretanto, reparten caramelos de todos los sabores. Cada año es igual pero al mismo tiempo es diferente. El hartazgo no nos cansa y las ganas se pierden desde el mismo momento en que abres un regalo... pero renacen, cual ave fénix, de sus cenizas, conforme se acerca una nueva fecha. Incomprensible pero cierto. Los Reyes Magos no dejan de ser un juicio moral sobre nuestra propia conciencia. Al menos, a mi me sirven para reflexionar todo lo que subestimamos y todo lo que sobrevaloramos. Tampoco por ser día de Reyes se evitan las fatalidades.

Siempre decimos que no vamos a volver a tener Reyes y luego nunca es verdad. Siempre nos conformamos con lo que nos regalan y luego nunca es verdad. Siempre criticamos lo que no nos regalan y luego nunca es verdad. Siempre nos conformamos con lo que nos encontramos el día de Reyes y luego... nunca es verdad. 

Para este año, pido valor y reflexión, más reflexión. Paciencia y comprensión. Pido poder guardar mis lágrimas en una concha que me encuentre en el mar para regresar al pasado y recordar esa furgoneta que nunca me pudieron regalar. Y guardar mis sonrisas en la funda de mi almohada, en cada latir de mi corazón, en la tierra del perdón, donde nací y sé, que con el tiempo, dejaré de compartir. Les pido juegos, risas, corazón, compañía y pasión, abrazos y amor, ternura, tiempo, respeto  y atención. Olvido de los errores y una mirada que jamás diga adiós...

…y reírme de la carcajada que le sonríe a mi destino. Otro de esos caramelos amargos que nunca sabemos cuando nos metemos en la boca.


sábado, 1 de enero de 2022

FRACASOS ETERNOS

FRACASOS ETERNOS

La vida está llena de ironías. Nos quejamos de lo que nos hacen sin fijarnos en lo que no nos hacen y, a veces, esto último es lo peor que nos puede pasar. O tal vez a la inversa. Todo depende del punto de vista de cada cual. Después, descubrimos nuestras genialidades y no somos capaces de admitir nuestros fracasos. Es más, pretendemos que nuestros fracasos no sean nuestros, sino de los demás o, en todo caso, por culpa de los demás. Ya pagué la culpa del mayor de mis fracasos. Todos tenemos algo de lo que arrepentirnos. A veces, el arrepentimiento dura un rato, y otras veces dura más tiempo. Pero los arrepentimientos eternos son difíciles de conseguir. Igual que los fracasos eternos. Pero existen. Y cuando consigues uno, es imposible olvidarse de ellos.

Esta época, llena de luces, adornos y sentimientos, nos recuerda constantemente que fracasamos a cada momento. Y fracasamos sin darnos cuenta, que es lo peor. Soy el menos indicado para reprochar aquello que, seguramente, en su día, no supe defender. Pero recuerdo que tuve una pizca de valentía que pudo, en  el momento adecuado, que no justo, vencer a un miedo inmenso.

Todos tenemos miedos. Vivir en ellos permanentemente es morir anticipadamente. Nunca es el momento para hacer algo a lo que tenemos miedo, pero cualquier momento es bueno para olvidar dicho miedo. 

No lo digo yo... lo dice el propio miedo. 

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