NUNCA ES VERDAD
El caramelo más amargo se llama muerte. Por el sendero de la melancolía no se reparten regalos, ni aunque seas Rey Mago. Rey poderoso que tiene el don de la inmortalidad y el placer de regalar juguetes a los niños de medio mundo. Y, entretanto, reparten caramelos de todos los sabores. Cada año es igual pero al mismo tiempo es diferente. El hartazgo no nos cansa y las ganas se pierden desde el mismo momento en que abres un regalo... pero renacen, cual ave fénix, de sus cenizas, conforme se acerca una nueva fecha. Incomprensible pero cierto. Los Reyes Magos no dejan de ser un juicio moral sobre nuestra propia conciencia. Al menos, a mi me sirven para reflexionar todo lo que subestimamos y todo lo que sobrevaloramos. Tampoco por ser día de Reyes se evitan las fatalidades.
Siempre decimos que no vamos a volver a tener Reyes y luego nunca es verdad. Siempre nos conformamos con lo que nos regalan y luego nunca es verdad. Siempre criticamos lo que no nos regalan y luego nunca es verdad. Siempre nos conformamos con lo que nos encontramos el día de Reyes y luego... nunca es verdad.
Para este año, pido valor y reflexión, más reflexión. Paciencia y comprensión. Pido poder guardar mis lágrimas en una concha que me encuentre en el mar para regresar al pasado y recordar esa furgoneta que nunca me pudieron regalar. Y guardar mis sonrisas en la funda de mi almohada, en cada latir de mi corazón, en la tierra del perdón, donde nací y sé, que con el tiempo, dejaré de compartir. Les pido juegos, risas, corazón, compañía y pasión, abrazos y amor, ternura, tiempo, respeto y atención. Olvido de los errores y una mirada que jamás diga adiós...
…y reírme de la carcajada que le sonríe a mi destino. Otro de esos caramelos amargos que nunca sabemos cuando nos metemos en la boca.
Y encima se dejan países por los que no pasan.
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