Anuncios Google

miércoles, 27 de octubre de 2021

ADMITIR LO INEVITABLE

ADMITIR LO INEVITABLE

Admito lo inevitable. Mientras las nubes asoman por la ventana, mis pies caminan por el pasado buscando huellas que aún permanecen por la memoria. Triunfante en la vida, quizá, sin demasiada suerte, llego a la conclusión de que uno busca lo que encuentra, pero no siempre se encuentra lo que se busca. No hay que ponerse melodramático pensando en que cada cual tiene lo que se merece... aunque tampoco sé si merezco lo que tengo. El caso es que una de esas huellas encontradas hoy en el tiempo es la de una sonrisa, un encuentro forzado en su justa medida en un pequeño pueblo manos largas de ciudad. Me gustó. Y mucho. No sé reconocer lo bueno... o me da vergüenza, o quizá no me enseñaron. 

Probablemente yo sea tan cruel conmigo mismo como quizá lo fuera la gente antaño, entre 30 y 40 años atrás. Demasiado lejos llegan mis huellas, si me paro a pensarlo detenidamente. La mayoría de mis escritos duelen. Si no duelen, hacen daño, y si no hacen daño, tratan de curarlo. No se trata de victimismo, sino de buscar sanar aquello que no entiendo. Por eso dije al principio que admito lo inevitable, pero también digo ahora que reconozco lo justo y verdadero. Hay más huellas buenas que negras, nos guste o no. Pero las negras duelen tanto que anulan las buenas, por muchas que sean. De todas formas, vuelvo a reconocer que lo bueno es siempre más y mejor.

Esto es como un propósito de enmienda... trataré de escribir más sobre las cosas buenas que pasan, aunque siga contando en plan de clave melancólica y abstractas las malas. Todos tenemos, al menos, dos caras...

...intentaremos mostrar más una, por tanto.

miércoles, 20 de octubre de 2021

UN BRINDIS POR EL TIEMPO

UN BRINDIS POR EL TIEMPO

En un día cualquiera puede pasar cualquier cosa. Creo que a la gente mala solo le pueden ocurrir cosas malas y a la gente buena le puede ocurrir de todo. La maldad no está ligada con la generosidad, y la maldad puede atraer también momentos buenos, pero a la larga no compensa. Quien desea el mal para los demás, tarde o temprano, se encuentra al mal delante de las narices, como un toro que respira a dos centímetros de nuestra nariz. Eso no significa que a otra gente no le pasen cosas malas... también ocurren, es la ley de la vida; pero se ven de manera diferente. Si pensáramos realmente en lo que vamos a hacer imaginándonos a nosotros mismos sufriendo nuestros propios actos, el mundo sería bastante diferente. Cuando nos lo enseñan desde pequeños, lo vemos como una moraleja más: "No le hagas a nadie lo que no te gustaría que te hicieran a ti". Lo que no nos enseñan es que hay personas tan pobres y que se quieren tan poco, que son incapaces de querer a otros, y, por desgracia, existe el masoquismo, y ahí justamente es cuando no me gusta que empaticen conmigo.

Las desgracias ya vienen solas, no hace falta ir a buscarlas. Somos tan cabezotas que no aprendemos la lección. Con la mirada gacha, la frente cansada, la pierna marchita y el caminar perezoso de bastones invisibles, de uñas de oso, olor irresistible, pestañas de toro, agotadas, ensimismadas, engatusadas, pintadas sin rostro, con falta de sonrisa y aletargadas en el potro de tu propia cornisa, sonríe más quien puede que quien quiere, más no solo vive, sino muere, quien recordar quiere una muerte que han pintado en el cielo para poder prometerte que tú ya no saltas, pero yo, si puedo, vuelo.

Y si quiero también. Que no sufra mi niña con el baile del ciego, maldita rapiña que tumbó tu ego cansado de una lucha sin sentido y sin apego. Un brindis por el tiempo. Dilo... dilo sin miedo.

No lo dejes para luego. 




miércoles, 13 de octubre de 2021

LA MADRE ADOLESCENTE

LA MADRE ADOLESCENTE

Me pareció verte entre la gente, ayudada al andar por otra gente que desconocía por completo. La mueca de tu sonrisa te delató, pero la edad me produjo unas dudas irreparables. ¿Cuántos años han pasado? ¿Unos quince? Sí, seguramente más... El peinado, la mirada, la forma de caminar y la empatía de tus manos con el resto del cuerpo no me parecían del todo efímeros, aunque sí apropiados. Me quedé parado unos segundos, sin saber qué decir antes de pensar ni qué pensar que pudiera decir. La mascarilla jugó a mi favor; la arruga se disimula mejor cuando solo se puede demostrar que existe. Yo soy un inútil al respecto. 

En cualquier caso, semejante parecido con la realidad es una exigencia, y no una utopía que esconde el paso del tiempo. Dijeron demasiadas cosas que no debieron ser pasadas por alto, pero uno es conformista y no hace caso de habladurías. ¡Habrase visto mayor disparate! Ya no sé quién de las dos jugó más a juzgar que a dar falsas esperanzas. Aunque sí sé quién jugó mejor. Eso es obvio, aunque únicamente para mi.

Pasado este tiempo, me alegro de estar en el lugar donde estoy. No sé si es el lugar correcto, pero sí sé que podría haber estado en algún lugar mucho peor. Porque para estar mejor hay que hacer méritos, algunos de los cuales ya no dependerán de uno mismo, sino de los demás, y cuando algo no está bajo control...

Si fuiste tú, me alegro de no haberte saludado, lo cual puede significar que no me conocieras. Y de eso también me alegro. La adolescente jugó a ser madre, y ahora la madre se cree adolescente.


jueves, 7 de octubre de 2021

TODA UNA VIDA

TODA UNA VIDA

Inútil es buscar una solución para aquello que no tiene solución. Pecamos, y yo el primero, de falta de empatía, sobre todo cuando nos preocupa el amor a nuestra propia sangre. Juzgamos y prejuzgamos, sin saber ni conocer el porcentaje de sufrimiento en el momento en que no encontramos explicación para aquello que no podemos ver. Es obvio que sentir, sentimos todos. El error está en creer que lo que nosotros sentimos es siempre lo correcto. Pero lo más importante es saber que jamás estamos preparados para ver o percibir cualquier cosa que vivamos. Siempre hay alguien mejor que nosotros en cualquier habilidad, talento o conocimiento. Siempre hay algo que nunca dejará de sorprendernos. Estando preparados para todo, encontraremos la serenidad necesaria para actuar con la máxima templanza posible.

Por tanto, cuando creía haberlo visto todo, una vez más, me vuelvo a equivocar. Reconozco haber sido injusto, lo cual no significa que conmigo no lo hayan sido. Supongo que hay de todo en su proporción justa. La verdad es que tengo que admirar ciertos comportamientos, una vez comprendidos algunos conceptos que aún no llegaba a entender. Y, aunque como dije antes, nunca podré entender todo al cien por cien, ahora sí que entiendo el nacimiento de tantas frustraciones, desencantos y miedos. Entiendo el esfuerzo, la lucha, el tesón, el deseo y el empeño. No entiendo la falta de recompensa.

He vuelto a conocer una vertiente de la maldad, esa que se consigue mezclando venganza e ignorancia, rencor con desapego, odio con despecho... y así podría estar horas emparejando adjetivos que demuestran la vileza que el ser humano puede llegar a tener por una vida ya madura y llena de arrugas que no ha sabido dejar libre a quienes merecen más amor.

Afortunadamente, no me ofendo con las mentiras. Solo siento tristeza por aquellas personas que necesitan amargar la existencia de algunas personas para poder ser ellas felices pero que, paradójicamente, nunca llegan a saber dónde está el límite, por lo que consiguen hacer, de por vida, infelices a los demás e infelices a ellas mismas. Las demás, por agotamiento de batallar constantemente para conseguir algo que debería ser innato; las últimas, por ser víctimas de su propia agonía... ya sabéis, esa de "cuánto más tengo, más quiero". Pasa con el dinero... ¿Por qué no iba a pasar con otros aspectos de la vida?

Ya sueñan con bailar sobre tu tumba... tranquila, yo tampoco me voy a quedar vivo toda mi vida... ni toda mi muerte. Vamos, eternamente; que a veces me cuesta expresarme. Después de todo, cada uno vale toda una vida. La suya propia.


Anuncio