Cuando te vi nacer, me sonrojé. ¡Cómo si fuera la primera vez que te veo nacer! Acudiste a mi llamada, y yo intenté avanzar. Anhelaba tocarte y tenerte entre mis manos. ¿Te imaginas? Rodeado del azul que existe tras las nubes, me susurraste tu existencia al oído. Nadie me cree. Estamos por estar, somos por ser, morimos por vivir. El castigo eterno. La existencia de la fuente de la juventud. Fue cuando aquella maldita alambrada me impidió avanzar. Intenté destrozarla con un cuchillo inexistente entre mis labios, con la sangre que brotaba a borbotones de mis venas. Limpias como el cristal, entonces decidí dibujar mis recuerdos en un libro. La maldita alambrada volvía a estar donde siempre estaba, esperando a que cometiera un nuevo error. Seguiré sin avanzar mientras tú te molestas en volver a nacer una y otra vez, y otra, y otra... creo que aún no te has enterado de que lo único que quiero es ser feliz contigo. Todo lo demás, será simple destrucción. Y si la destrucción fuera un nombre propio, no querría ver nuestro futuro. Recemos para que siempre quede algo del pasado...
recordaremos si hemos amado a quien hoy amamos,creó que si, algo nos une una y otra vez.
ResponderEliminarse que vivó un amor muy antiguo, lo siento lo palpito, es más de tan antiguo hoy es muy calmo, pero sólido y protector.
tratá de saltar la valla si no la puedes cortar, nada te tiene que impedir llegar.