Escuchar la Traviata en aquellos veranos era sinónimo de que la noche andaba casi por la mitad de su corto recorrido, de que las calles estaban en silencio, el calor agobiaba y el poco aire que corría ventana tras ventana torturaba nuestra piel. Seguramente había sido un largo y cansado día, quizá con algunas emociones, seguramente con más pena que tristeza, pero intentando disfrutar de lo que tiene el verano. Tras el programa deportivo, tan diferente en verano por la ausencia del fútbol, y el cual nunca llegué a entender el por qué de dicho horario, pues el deporte gusta mucho y casi todos madrugan para tener que ir a trabajar, comenzaba a sonar la Traviata. Y tras la Traviata, voces anónimas, contando verdades, o quizá mentiras, pero historias al fin y al cabo, que es lo que a esas horas la gente quiere escuchar. Y sin saber muy bien cómo, llegaba un momento en que aquellas voces se iban apagando y el sueño terminaba por vencer la batalla. Y aquellas voces seguían sonando de fondo, a veces de lejos, cuando dormía sólo, desde el gran altavoz de la esquina a 1 de volumen; otras más cerca, cuando compartía habitación con alguno de mis hermanos, en un pequeño transistor al lado del suelo o debajo de la almohada. Palabras que terminaban por formar parte de nuestros sueños, haciéndonos reflexionar con el propósito de mejorar al día siguiente, palabras que te podían hacer cambiar el mundo, que enseñaban humildad, enfado, resentimientos, respeto y risas en algunos casos. Palabras que, al amanecer, apenas eran recordadas. Como los carteles abandonados en cualquier solitaria farola. Y volvía a pasar otro caluroso día que finalizaba de nuevo, cuando la Traviata, de Verdi, comenzaba a sonar y el sueño volvía a ganar otra batalla...
La noche se supone que es para dormir, pero hay muchas que no puedes por diversas razones.En esas noches la radio juega un gran papel, ya que élla te acerca a las personas, con sus diversos problemas, y hacen que los tuyos se vean mas pequeños.Me gusta mucho lo que escribes.
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios, cada vez que me llega uno me levanta bastante el ánimo. La noche es para lo que nos dejen, yo tuve casi dos años y medio de noches convertidas en día, en rutina, en trabajo, en vida, que, en definitiva, es de lo que se trata. Y no es ni mejor ni peor, sólo es diferente...
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