Quien tiene desprecio a la vida, por pequeño que sea, jamás podrá ver el blanco de las casas, el verde de los árboles, el azul del cielo, el gris de las montañas. Despreciar la vida es como amar la muerte. El oleaje salvaje del hedor de un nuevo amanecer, de una nueva esperanza, nos hace agarrar cualquier posibilidad, albergar cualquier duda, ignorar cualquier peligro. La vida es como es. No lo podemos cambiar. Y como venga, la tenemos que aceptar. La verdad, si me siento triste es porque verdaderamente hay quien no se lo merece, y jamás me sentiré alegre por el rencor hacia el desagradecimiento que demuestran ciertas personas. Esas mismas que dicen no ser rencorosas, y que desean demostrar cuanto antes que lo son actuando con maldad, ignorantes de que aquél en quien vuelcan todo su rencor tiene como única culpa querer ayudar a quien lo necesita y intentar ser mínimamente feliz. Feliz en el termino justo, feliz el tiempo que lo dejan ser feliz. Es una pena... cuántas veces habré pronunciado esta frase, cuántas veces la habré escrito, pero es la realidad. Qué pena. Y a pesar de todo, siguen sin aceptar la realidad. No se dan cuenta de que ellos mismos son los únicos perjudicados. Sé feliz el tiempo que puedas, ya habrá tiempo para llorar...
siendo tu mismo, podras llega a ser feliz. No hagas caso de lo que te puedas encontrar por ahi.
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