Quisiera no pensar, quisiera no sentir, quisiera volver a nacer sin tener que morir, quisiera con la mirada poder decir todo aquello que tengo que decir, y poder escoger sin tener que elegir... Hoy toca reflexión con un baño de nostalgia. ¿Es bella esta flor? Seguramente, sí. Y si nos la encontramos solitaria en mitad de un desierto, diríamos que es preciosa. Pero si está en un jardín como el de la Alhambra, podríamos decir que es una flor más... al fin y al cabo, con el tiempo, se marchitará. Y seguramente, no importará donde se encuentre. El único camino que tiene la vida es el que vemos delante. El que dejamos atrás, atrás se quedó. Es inútil lamentarlo, intentar corregirlo, pensar en modificarlo... no sólo es inútil. Es imposible. Esta vida es tan injusta que a quien menos oportunidades merece, más se le conceden. Así que soy de los que piensan que a todos debemos dar, al menos, una segunda oportunidad. Porque nadie es más que nadie y sólo aquellos incapaces de tragarse su orgullo pudieran ser merecedores de algún tipo de castigo. Aún así, ni todo es tan negro como parece ni tan sencillo como quisiéramos. Nadie es inocente al 100%, y yo, al menos, sé ver mi culpa en mi pasado. Me cuesta creer lo que dicen, a pesar de que la mala intención de la gente es tan real como el aire que respiramos. Pero mi ilusión también es real. Si no, no jugaría a la lotería primitiva. Y es que, en el fondo, sigo siendo un ingénuo. Por eso, creo que mi decisión está prácticamente tomada. Pero también está en mi mano enderezar el puente que cruza esta vida desde que nacemos hasta que desaparecemos. Irónicamente, el camino de la vida (Walk of Life) es una alegre canción de mi grupo favorito. O como dice otro grupo de música en otra de sus canciones: "La vida tiene dos sentidos, no intentemos recorrer los dos; es como el agua y un buen vino: separados, mejor". Creo que mi vida ya tiene el camino hecho. Sólo falta recorrerlo lo más lentamente posible.
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