Hoy estuve meditando acerca de lo que poco que aún llevo leído acerca del nuevo libro que he empezado a leer estos días. En principio, me estoy encontrando con una pequeña crítica a la religión del Cristianismo en particular y a todas las religiones en general. Creer en Dios es una cosa y creer en la religión que supuestamente quiere ese Dios que sigamos, es otra muy distinta. El poder de lo divino se debe extralimitar única y exclusivamente a aquello en lo que creemos, aquello en lo que tenemos fe, aquello a lo que algunos nos empeñamos en agarrarnos, en una manera de un autoengaño camuflado. Desde mi punto de vista, todo lo que sea salirse de este guión entra en el fanatismo, y el fanatismo, sea de lo que sea, religioso, político, social, musical... nunca puede ser bueno. En otras palabras, me parece bien creer en la Virgen del Rocío y en su poder divino, pero veo una falsedad todo lo que una semana antes de la procesión en la aldea del Rocio se monta. Se especula con la fe de las personas, se vende ilusión, se vende hasta la misma fe... y si esto lo consiente la iglesia, es porque ni ella misma cree en sus posibilidades. Una pena... Y he citado una Hermandad de Gloria como lo podría haber hecho de una Hermandad de Pasión como El Gran Poder o cualquiera otra. Aquel que cree, que realiza su estación de penitencia reflexionando y con fe, es el que tiene verdadera fe. Con la fe de los demás, con todos mis respetos, simplemente, juegan. El problema es que ellos mismos lo consienten...
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