No entiendo mucho de política, ni falta que me hace. Lo justo y necesario. Mientras algunos se tienen que ganar el día a día en esta injusta sociedad, otros viven felices en la ignorancia de la desilusión de los demás. Observas que para un puesto de trabajo se presentan decenas y/o centenas de personas mientras a la vez fanfarronean de cuánto van de compras, los programas que ven en la tele, la tarifa de la piscina climatizada (o el gimnasio, o la sesión de belleza...) y de la preparación de las fiestas que se nos avecinan. De mal gusto es presumir de todo esto, suponiendo que estás donde estás porque buscas trabajo.
Me recuerda a la época del siglo XVII del despotismo ilustrado, donde los monarcas gobernaban para el pueblo "pero sin el pueblo". Es decir, yo lo quiero todo, pero que trabajen otros. Eso sí, voy a presentarme a todas las pruebas y entrevistas que pueda para ponerlo más difícil al resto de la humanidad. Quizá no sepamos la importancia de las cosas, y es cierto que el egoísmo está al alcance de todos, aunque sólo a la altura de algunos, pero no por eso podemos dejar de pensar en las necesidades básicas para vivir y en las cosas superficiales. Al que más tiene, más le dan, y además, lo desprecia porque quería algo mejor. Por eso dije al principio que la política no es lo mío, pero sí entiendo que la mayoría de los políticos chupan del bote todo lo que pueden, independientemente del tacto o color de las ideas que defienden, y si los demás no nos damos cuenta, mucho mejor. Porque todos sabemos que los idealismos son para cumplirlos. Algo parecido a lo que ocurría con el Despotismo Ilustrado.
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