Bonita imagen de una pareja paseando por las calles del Albaycin granadino... Aún recuerdo aquella tarde de Julio de 2004 cuando llegué a Granada con tus perfectas indicaciones. Aquella noche lo pasamos bien. Estuvimos casi una hora hablando en el coche y, después de despedirnos, cuando llegué a la pensión, te envié un mensaje al móvil: me hubiera gustado darte un abrazo. Al día siguiente fuiste tú quien me lo diste a mi. El domingo, por la tarde, estuve tentado de no despedirme de tí. Finalmente sí que lo hice, y menos mal, porque no me lo hubieras perdona nunca. Tuve que parar en el arcén de la autovía que, hoy día, me se de memoria, para secarme las lágrimas. El fin de semana siguiente me sorprendiste viniendo a Linares. No me lo esperaba. Qué tiempos aquellos... y al otro, un viernes por la tarde, me presenté en la puerta de tu casa.
No recuerdo si cuando aparqué tú estabas esperando sentada en un pollete, o fui yo quien esperé. Pero fue vernos y fundirnos en un abrazo. Es una pena que los recuerdos sean solo eso, recuerdos. Yo sigo siendo el mismo de siempre, con ilusión, un apasionado de la informática, un aficionado a pasear, a la fotografía, a la música... y un fanático tuyo, que lo he dado todo por ti de la manera que sé, de la mejor que he podido. Y tú... la verdad es que no lo sé. Lo único que se es que algo sí que he cambiado. En el 2004 te quería menos que ahora.
No hay comentarios:
Publicar un comentario