Y esas calles de Linares, que tanto frecuentaba, de mi lamento se ausentan cada vez más, cada vez menos paseadas por mis antepasados y mis allegados. Y esas calles de Linares tristes, solitarias, vacías, lejanas en la memoria pero cercanas en los recuerdos de la gente que aún camina por ellas. Y esas calles de Linares que ya únicamente contemplo en fechas señaladas, en Navidad, en Semana Santa, en Feria... o en cualquier y vulgar fin de semana de cualquier año... que más da.
Esas calles de Linares que hace un tiempo, me daban todo, y hoy en día, me siguen dando lo que necesito. Poder pasear por ellas cuando vuelvo a mi ciudad, a mi pueblo. Algunos dicen que es pueblo, otros dicen que es ciudad. Linares, ni es pueblo ni es ciudad. Linares es Linares. Esas calles de Linares que en breve volverán a pasear la ilusión nocturna de una levantá, de una chicotá, de una luz, de un grupo de gente con el único abrigo del trabajo. El abrigo de poder estar preparados para ese día tan especial. Lo he vivido todo por esas calles de Linares, y este año, espero poder estar, aunque sólo sea una noche de cualquier fin de semana de la Cuaresma, por esas calles de Linares. Y respirar. Entonces tendré vida un año más hasta que pueda volver a disfrutar de lo que es una calle de Linares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario