Cuando era pequeño, una de mis frases favoritas era la que sirve de título a esta entrada. Ahora la recuerdo con cariño. La mente de un niño no entiende muy bien qué es una tía o qué es un primo. Simplemente, sabía que los padres de mis primos eran mis tíos, y que cuando mis hermanos y yo íbamos a la casa de la "Tita Cati", nos lo pasábamos en grande. Aún recuerdo cómo era aquella casa, un poco extraña, de dos plantas, pero con una gran terraza y con mis tres primos, solíamos jugar interminablemente a cantidad de cosas que se nos imaginaban.
Hoy en día, cuando uno pasa de ser sobrino a ser tío, reflexiono y pienso qué es lo que pasaba por la mente de mis primos por aquellos días, y de si algún día, mis sobrinos, recordarán a sus tíos de alguna manera especial o no. Mis primos y mis hermanos pasamos grandes momentos, y luego el tiempo ha hecho que cada uno siguiera un camino bien diferente, pero eso no quita el especial cariño que siento por ellos. Al menos, me queda el consuelo de que en el pasado, fuimos felices. Y en el presente en que vivimos, sé que puedo contar con ellos, y que la distancia no existe. Sólo basta con proponerlo y estar siempre predispuestos.
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