No sé si la nostalgia se siente, se tiene o se padece. Sea como fuere, nostalgia es la palabra adecuada para expresar lo que siento, tengo o padezco cada vez que tengo que abandonar mi ciudad natal para seguir el camino curvado que la vida me ha preparado. Una de mis mayores libertades es la que experimento cuando penetro por las calles de Linares, venido desde una no muy lejana ciudad llamada Granada. El pasado 31 de diciembre, una vez en el llamado "Cinturón Sur" de la ciudad, aprovechando que fui co-piloto con cámara fotográfica en mano, pude hacer esta bonita instantánea. La verdad es que las fotos, hasta que no se ven como son, por mucha pantallita que tenga la cámara digital, no se pueden apreciar si realmente han salido como uno imagina o no.
El caso es que cuando abandono Linares, como comenté antes, porque mi línea en la vida está trazada y uno no se puede desviar, no puedo dejar de lado la nostalgia, y los recuerdos invanden constantemente mi cabeza. Poco a poco, conforme el aire de Granada se va adueñando de mis sentidos, vuelvo a la realidad, a planificar el día siguiente, la semana siguiente, el año siguiente, a pensar en un futuro que, por mucho que una ciudad tan bonita y acogedora como Granada se empeñe, quiera o no quiera, será también, en una pequeña parte, de una ciudad llamada Linares.
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