Todos los veranos son iguales. Sol por el día, muchísima calor las 24 horas y si tienes suerte, por la noche podrás dormir algo fresquito. Lo único que cambia es que cada verano somos un año más viejos. Pero por lo demás, si tienes piscina, toca piscina; si sales, pasas calor; si juegas, pasas calor; si trabajas, pasas calor; En invierno, nadie asocia algún acontecimiento al frío. En verano, todos nos acordamos de algo... y de que hacía calor. Una introducción demasiado larga para lo poco que tengo hoy que contar... Cuando lo que tenemos que decir es menos valioso que el silencio, mejor no hablar. No recuerdo quien dijo esta frase (o similar), pero desde luego, mía no es. Eso no significa que no esté de acuerdo con la misma. Seguramente el mundo sería mejor si todos supieran seguir esta premisa. En estos días en que las palabras duelen, el silencio es muy apreciado. Aunque un silencio en el aire provoca multitud de gritos mentales, y aquí es donde reside el problema. Si cada vez hay menos comunicación, hay más pensamientos, y esto de darle vueltas a la cabeza terminará atrayendo lo que, en cierto modo, es inevitable. Así que cuando quiero hablar y no puedo, pienso, y cuando pienso, debo reconocer que soy algo impredecible, aunque eso sí, totalmente inofensivo. Sin embargo, todos los días hay accidentes de tráfico, atentados, tragedias, gentes que pierden sus casas, que lo pierden todo, huracanes, tornados, inundaciones... y seguramente, todos los afectados, hablan. Si no hablaran... ¿cómo iban a ser ayudados? Por eso detesto a la gente que piensa que es mejor no hablar. Creo que ese es el primer paso para ser discriminado en esta sociedad. Pero bueno... mejor no hablar; mejor llorar. ¿no?...
Los problemas se deben de hablar, ya que con la comunicación, pueden llegar a solucionarse.Cuando son graves y no los compartes, te pueden llegar a hacer que te sientas tan mal, que puedes tener una depresión o...quien sabe.
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