Allá donde la vista nos alcanza, allá donde los brazos se extienden por encima del horizonte, allá donde nos esforzamos por no llegar nunca jamás, únicamente allá, el mar deja de existir. Anoche vi la desesperación en las pupilas de un hombre. Cabizbajo, sentado en un banco cualquiera de una urbe cualquiera. Por su forma de vestir, parecía huido, desorientado, pensando cuál sería su siguiente paso, con una pequeña bolsa de viaje en la mano derecha cruelmente sujeta por temor a perderla. La tristeza bordeaba la copa de su pequeño sombrero. El hombre del banco es el mismo que el hombre del mar. Únicamente, éste tiene un banco infinito en forma de orilla pintada de arena. Desconocemos cuánta gente debe estar al borde del abismo, debatiendo si tirarse para ver de qué forma puede desaparecer. O bien, si debe dar un paso hacia atrás y buscar una nueva arena que le sirva de camino, aún por decidir. El caso es que cada día descubrimos misterios imposibles de resolver, vivimos situaciones patéticas inevitablemente evitables, pero que no por eso dejan de existir. Siempre habrá alguien en un banco meditando cuál será su siguiente paso. A mi me recordó un poco al protagonista de mi futura novela... La frecuencia es algo que no se puede medir.
¡Guau, vaya historia!, me has hecho pensar en lo mucho que tenemos y en lo poco que lo valoramos. Hay una realidad uqe desconocemos y que, probablemente, tengamos muy cerca pero que no nos gusta ver.
ResponderEliminarNo se si tienes intención de compartir esa novela, pero seguiré paseando por aquí para leerte
Un beso.
¡Aaaay y cuantas veces en nuestro ajetreado discurrir por la vida no somos conscientes de la cantidad de personas que reposan sus penas en algún banco perdido! ¡Si el mar ( o la luna)hablaran contarían tantas cosas, compartirían tantos lamentos lanzados a su presencia...!
ResponderEliminarSiempre aprovecho para mostrar mi rabia interna hacia una existencia odiosa que es la nuestra, pandilla de seres autómatas conducidos (y azuzados) por la Parca durante el reguero de nuestra vida hasta la misma fosa. Imposible salirse de la hilera, imposible levantar la cabeza sin ser amonestado...
¡Cuánto me alegra haber abandonado ese tedioso rebaño y pastar en soledad en prados desconocidos para la mayoría...!
Besos amigo, ¿cómo va todo? ¿Superas el fin del verano con éxito? ¿Qué tal va resultando ese proyecto que tienes en proceso?
Gracias a ambas por vuestros comentarios, como siempre, al pie del cañón.
ResponderEliminarWendy, la novela va lenta porque ando embarcado en muchos proyectos, pero poco a poco voy avanzando en lo que me he propuesto, mientras que praa otras cosas he tenido que pulsar el "pause". Quien sabe, igual hasta me sale decente y la puedo comercializar.
Akasha, no sólo el mar o la luna, no sólo el sol o las estrellas, ni la distancia ni los objetos lejanos ni los sentimientos cercanos. Las propias paredes podrían contarnos tantas y tantas historias... sólo es necesario saber entenderlas. Probaré a sentarme delante de un pared a ver qué me cuenta con sus grietas, color, altura, tamaño, vejez, robustez; seguro que sacamos una buena historia. Pero como no tengo tiempo, esperaré a que las historias me las traigan la brisa de verano... o de otoño... la verdad, ya no lo sé. Por lo demás, el fin de verano va bien, y los proyectos con el botón "play" en "on", pues a su ritmo.
Besos.