El último aliento está lleno de matices. Colores negros de una noche sin luz que oculta la triste figura de la luna cuando no quiere asomar sus curvas por entre las sábanas que cubren el cuerpo de la más delicada flor. Delicada sonrisa entre tanto furor... dudando estoy cuando dijiste amor. Aunque las palabras se mantienen y las derrotas se muestran esquivas escogiendo la batalla que más les convence para, siempre, eternamente siempre, sentirse mejor. Porque, a veces, por mucho que lo intentemos, el resultado siempre puede ser el peor, aunque no queramos, ni en pensamiento, ni en omisión. Es lo que se llama el esfuerzo del inútil que no entiende la escritura ni la lectura del dictador.
Es triste decirlo, pero la falta de iniciativa puede ser la mejor de la menos mala de cualquier solución. Problemas tenemos todos; y hay que saber buscar donde encontrar la solución no sin antes saber diferenciar el origen de nuestro dolor. Yo encuentro dos caminos diferentes para cruzarnos con una mala coordinación: interior y exterior. O, lo que es lo mismo: aquello que en el fondo parece un error, en las formas es la mejor solución de todo aquello que no queremos olvidar para causar el mínimo rencor. La fruta sigue siendo fruta y siempre tendrá una rima que... digamos que pega con los colores de cualquier balcón. Y no me digas los tuyos, que cada cual tendrá su conclusión.
Mil y una noches despierto para observar con detenimiento que ninguno de los dos caminos es la solución. Solo ambos unidos pueden llevar a una salida exterior o a una entrada interior. Pero todo depende del riesgo, todo es relativo y nada es bueno para algo sin ser malo para todo lo demás...
...y si no que se lo digan al cura, que puede hacer de todo excepto f... pues eso.
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