
Cuando decidiste venir aquí con tu familia, fue porque en este lugar había trabajo en las minas, aunque tú no tenías ni idea de eso, sabías que podías llevar un jornal a tu casa, eran malos tiempos y recaía sobre tus hombros la responsabilidad de tu familia. A partir de ahí tu vida cambió por completo. Cambiaste el polvo blanco del trigo de la vida, por el polvo negro y amargo de la mina asesina, tú sabias, los mineros sabíais, que no había de pasar mucho tiempo para que se cumpliera vuestra sentencia de muerte. ¿Cuántas historias parecida a la tuya se vivieron en esas fechas en nuestra tierra?, ¿Cuánto miedo, cuanto dolor se vivió en lo hondo de la mina? miles de vidas perdidas en el anonimato, pero la sangre tira y a mí siempre me interesó la tuya. Tengo latente en mi memoria, la imagen de mi abuela, siempre vestida de negro, guardando luto permanente. En su cara se reflejaba el frío de la ausencia, y la estrechez económica por la que tuvo que pasar. La recuerdo con mucho cariño, con ella viví los quince primeros años de mi vida, hasta el momento en que fue a reunirse con los que faltan. ¡Hubieras disfrutado tanto al ver como crecía tu familia!, pero el fatídico destino se anticipó y no llegaste a conocer la sabia nueva. Ahora desde el recuerdo, te escribo esta carta, y aunque sé que nunca la podrás leer físicamente, sí confío en que de alguna manera te va a llegar. Me consuela evocar el sabor agridulce de la vida, historias hermosas por su sencillez y a la vez tristes que sucedieron en mi vida, que forman parte de mi pasado, y que ahora renacen en mí con una fuerza extraña que me llenan de emociones y sensaciones, que me llevan a decirte, que aunque sólo he podido conocerte en fotografía, quiero que sepas que has sido una persona muy importante para mí. Si me hubieses conocido sabrías que soy una persona bastante escéptica, en algunas cosas, pero a pesar de todo, quiero creer que existe ese lugar donde compartís la felicidad todos los que faltáis, incluida mi madre, eso me da calma y me hace sentir mejor. Espero que sea cierto y algún día nos reunamos todos. Llegado el día, estoy segura que no nos costará demasiado conocernos. Gracias, por ser de esa manera, por cuidar de tu familia, por el cariño que sembraste en tus hijos, en todas las personas de tu entorno. Y aunque la mina te arrebató la vida, a tu familia no le pudo arrebatar tu ejemplo de valentía, de solidaridad, de bondad, y de dignidad, valores que hoy desde la distancia y el cariño te quiero reconocer, y por los que fuiste querido por todo el mundo.
Te quiero abuelo. Un beso y un abrazo muy fuerte de tu nieta….MARÍA.
By María
María, nos dejas un testimonio que es válido para muchas familias y para tantos mineros...trabajo duro donde los haya pero supieron hacerlo co dignidad por llevar el pan a casa, me uno a tu homenaje.
ResponderEliminarEstoy segura que le abrá llegado a todos los que faltan y estarán orgullosos.
Un beso.
Me has dejado de piedra. Una bonita a la vez que triste historia. Espero que tengas razón y exista ese lugar donde los que ya no están comparten la felicidad con los que seguimos aquí. Un beso enorme.
ResponderEliminarUna preciosa carta, María, que me lleva a mis propios recuerdos de mis abuelos. Tus palabras hablan de un gran hombre, que dio la vida por su familia, algo que es digno de admiración. Entonces la vida era muy difícil, y el sacrificio estaba a la orden del día. Me gusta leer historias como la de tu abuelo, que aunque tengan sus cosas tristes, nos pueden enseñar mucho, sobre todo a ser mejores personas.
ResponderEliminarUn abrazo