CIERRE TEMPORAL

Hay cosas que no se esperan y nos pillan por sorpresa. Como esta entrada, imagino... Muchos esperábais una nueva foto misteriosa, supongo. Sin embargo, tras los últimos acontecimientos, y tras darle muchas vueltas, hoy decido cerrar el blog de manera temporal. Si la numeración no me ha fallado, han sido 542 fotografías las publicadas en el blog desde Noviembre de 2009.
Porque todos nos cansamos de todo, tarde o temprano, y necesitamos, como mínimo, un tiempo para reflexionar. Darle sentido a lo que hacemos. Quizá sea un ingenuo, pero ahora me doy cuenta de ciertas cosas que parecían evidentes a los ojos de los demás.

Ya no me duelen tus lágrimas, y tus lamentos son tan tuyos como míos, con lo cual, se clavan en mi corazón haciendo que éste esté cada vez más enfermo, más negro. Ya no siento por sentir, ni vivo por vivir. No haré rimas, ni escribiré poesía. Bastante dolor tengo con el alma mía. Puede que no me entiendas, lo sé... y eso es algo que sigo sin comprender. Creo que repasando las entradas del blog, se me entiende perfectamente. Y la entrada de mañana, podría ser idéntica a la del
3 de enero de 2011. Y la de pasado mañana, podría ser la misma que la del
22 de marzo de 2010, o la del
19 de julio del 2010. Qué mas da, si nada cambia, si todo sigue igual. El blog tiene más de un año. y quizá yo no tenga más de 365 historias que contar.

Siento que mi luna no de para más. Pero con mi objetivo, no me puedo acercar más. Demasiado bien ha salido. Y os la quería mostrar. Después me quedé quieto, reflexionando, que quizá no pueda visitar más vuestros salones donde me habéis recibido con tanto querer. Y, en un par de segundos, disparé a un callejón sin salida. Reflejo de mi lugar, de mi ser, de mi estar. Y ahí me quedé, mirando la sierra, contemplado la nieve con la luz de la noche. Apunté y disparé. Y estuve unos cien segundos con el botón pulsado, y cuando me cansé, solté. Y esa fue la luz que mi cámara captó durante esos cien segundos. Hasta de noche se ve la nieve, de lo blanca que es. Aunque seguramente, habrá que agradecérselo a la luna. Y no hice nada más. Me fui, con la mirada cabizbaja y una lágrima en la mejilla izquierda, pensando en lo que debo hacer. Pensando en lo que deben hacer. Pero como no puedo actuar por los demás, actúo sobre mi. Hasta las despedidas deben ser elegantes. No me duele dejar de escribir, sino dejar de leeros. Aunque quizá, alguna vez, se asome un anónimo con una brocha de pintura azul por vuestras casas. Quizá sea yo, que le está cambiando el color a la estantería. Volveré. No sé cuando, pero volveré. Un abrazo.