Cuando tenemos más de un camino y sabemos que todos nos llevan al error, no podemos hacer otra cosa que resignarnos y tratar de elegir el menos malo. Como cualquier test barato de psicología enfermiza. Algo que no sirve absolutamente para nada excepto para formarte una idea engañosa del sujeto a estudiar. Pero no es de esto sobre lo que quiero hablar ahora. Me gustaría poder explicar con palabras lo que realmente siento. Ya que no puedo, al menos, dibujo con mis lágrimas lo que mi cabeza me impide pensar, lo que mi corazón no deja de hacer: latir. Ni siquiera nos preocupamos de buscar calidad de vida. Preferimos morir ricos, ricos de dinero, de amor, de poder, de venganza. Riqueza exagerada que sólo podemos medir con la vara de la humildad. El principal defecto de los humanos. Poca humildad; ninguna humildad. Todos tenemos que hacer, al menos una vez, un viaje inesperado. Es el viaje que destroza la línea de la vida y de la muerte. Es absurdo negarlo. Y en este caso, únicamente hay un camino. Cuando existe más de uno, tenemos que pensar al menos en lo mejor para nosotros, dentro de lo menos malo. Pero hay viajes que jamás se olvidarán, momentos que perduran por siempre en nuestra memoria, recuerdos vivos de esperanzas deshechas. Abrazos inolvidables. Mezcla de agua con agua, en su punto de sal. Caminos distintos; viajes en los cuales no queremos ser protagonistas... viajes inesperados.
viernes, 4 de marzo de 2011
UN VIAJE INESPERADO
Cuando tenemos más de un camino y sabemos que todos nos llevan al error, no podemos hacer otra cosa que resignarnos y tratar de elegir el menos malo. Como cualquier test barato de psicología enfermiza. Algo que no sirve absolutamente para nada excepto para formarte una idea engañosa del sujeto a estudiar. Pero no es de esto sobre lo que quiero hablar ahora. Me gustaría poder explicar con palabras lo que realmente siento. Ya que no puedo, al menos, dibujo con mis lágrimas lo que mi cabeza me impide pensar, lo que mi corazón no deja de hacer: latir. Ni siquiera nos preocupamos de buscar calidad de vida. Preferimos morir ricos, ricos de dinero, de amor, de poder, de venganza. Riqueza exagerada que sólo podemos medir con la vara de la humildad. El principal defecto de los humanos. Poca humildad; ninguna humildad. Todos tenemos que hacer, al menos una vez, un viaje inesperado. Es el viaje que destroza la línea de la vida y de la muerte. Es absurdo negarlo. Y en este caso, únicamente hay un camino. Cuando existe más de uno, tenemos que pensar al menos en lo mejor para nosotros, dentro de lo menos malo. Pero hay viajes que jamás se olvidarán, momentos que perduran por siempre en nuestra memoria, recuerdos vivos de esperanzas deshechas. Abrazos inolvidables. Mezcla de agua con agua, en su punto de sal. Caminos distintos; viajes en los cuales no queremos ser protagonistas... viajes inesperados.
Cuando tenemos más de un camino y sabemos que todos nos llevan al error, no podemos hacer otra cosa que resignarnos y tratar de elegir el menos malo. Como cualquier test barato de psicología enfermiza. Algo que no sirve absolutamente para nada excepto para formarte una idea engañosa del sujeto a estudiar. Pero no es de esto sobre lo que quiero hablar ahora. Me gustaría poder explicar con palabras lo que realmente siento. Ya que no puedo, al menos, dibujo con mis lágrimas lo que mi cabeza me impide pensar, lo que mi corazón no deja de hacer: latir. Ni siquiera nos preocupamos de buscar calidad de vida. Preferimos morir ricos, ricos de dinero, de amor, de poder, de venganza. Riqueza exagerada que sólo podemos medir con la vara de la humildad. El principal defecto de los humanos. Poca humildad; ninguna humildad. Todos tenemos que hacer, al menos una vez, un viaje inesperado. Es el viaje que destroza la línea de la vida y de la muerte. Es absurdo negarlo. Y en este caso, únicamente hay un camino. Cuando existe más de uno, tenemos que pensar al menos en lo mejor para nosotros, dentro de lo menos malo. Pero hay viajes que jamás se olvidarán, momentos que perduran por siempre en nuestra memoria, recuerdos vivos de esperanzas deshechas. Abrazos inolvidables. Mezcla de agua con agua, en su punto de sal. Caminos distintos; viajes en los cuales no queremos ser protagonistas... viajes inesperados.
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Respecto a la humildad Creo que decía San Agustín que es una cosa muy extraña: En el momento que te das cuenta que la posees, ya la has perdido. Un saludo Manolo.
ResponderEliminarHola sabores compartidos.
ResponderEliminarCiertamente es curioso lo que comentas, y me has hecho pensar en ello. Puede ser que en el momento en que te crees humilde, dejas de serlo. Al menos de forma pura. Pero creo que precisamente, eso forma parte de la humildad. Si se consigue que no se nos suban los méritos a la cabeza, en cierto modo, seguimos siendo humildes.
Saludos!!