Hay gente que tiene demasiados monstruos en la cabeza. Demasiadas fobias o demasiados complejos. Poca visión para afrontar una vida llena de incógnitas, es verdad. Pero una vida propia, de hecho. Y el tiempo pasado no va a volver. Hay un dicho que nos recuerda que el tamaño de los monstruos depende del miedo que se les tenga. Todo un dicho de inspiración... ajena, supongo. Que el tiempo pasa sin que podamos evitarlo es algo que ya sabemos y que he dicho muchas veces; pero también es cierto que el tiempo pasa casi siempre de la peor manera que queremos. El simple hecho de que el tiempo pase ya es una mala noticia para nosotros. Cuando aprendamos a asimilar esto tendremos la base para disfrutar de una vida con algo más de paciencia.
Podemos pensar que nosotros mismos somos monstruos para otras personas. Supongo que por hacer cosas que no se esperaba que hiciéramos, por no pasar por el aro, por plantar cara o por dejar de ser sumisos. Seguro que hay muchos más motivos, pero no tengo ganas de seguir pensando en ellos, porque no dejan de resumirse en uno: la falta de tolerancia. No podemos hacer nada más. Hay gente que por su propia naturaleza dejan que la envidia, la incomprensión, el egoísmo y otros calificativos que no entienden pero que llevan a la práctica sean dueños de sus vidas.
No toleran a los demás. No se toleran a sí mismos. Terminan solos y cayendo en el olvido. Todo tiene su precio, como tenerle miedo a los monstruos...
... o ser un monstruo.
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