Hay lugares que sólo existen en ciertos lugares. Hay momentos que sólo ocurren en ciertos momentos. Momentos que son instantes eternos en los lugares en que te conocí, sin pensar demasiado en el azar de las luces que iluminan tus pasos. Y la mujer bella camina por el barrio bajo buscando el barco en el puerto de ese momento que la pueda llevar a ese lugar indeterminado por las mareas del amor; puerto sin vida, barco sin tenue o posible condición.
Cuando tus dedos rozan las yemas de los míos, el corazón se detiene y la vida acelera los latidos del mundo. Bajas por el ascensor huyendo del grillo travieso que existe en cada esquina de un rostro que lo tiene todo, pero que no encuentra nada de pura casualidad. Son mis pasos los que buscan los tuyos, los que te ofrecen una mano donde buscar un apoyo cada día más innecesario. Las distancias no existen y los caminos sólo son cuesta arriba cuando los miramos con la vista; el horizonte lo vuelve todo plano. Y, ahora que miro hacia un lado, se me hace duro el deseo de una estancia en paz, sin dolor, llena de toda calma y ninguna flor sin color.
La mala suerte no existe cuando la mentira forma parte de una pasión...
...y una pasión nunca puede ser una obsesión. Actos sin nombre dueños de tu decisión. Puro rencor.
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