A veces, la sensación supera la ficción y, por ende, también la realidad. No quiero imaginar cosas que no son. Después de todo, miremos donde miremos, el camino es siempre el mismo o, en el peor de los casos, similar. Pase lo que pase, uno no puede transmitir una sensación a los demás de aquello que no es. Debemos evitarlo a toda costa. Porque la primera impresión es la que queda, por norma general, y mostrar un sentimiento cuando se siente otro diferente no es solo malo para el receptor, sino también para el emisor. El cansancio se debe quedar en eso: cansancio. Y es comprensible desde el primer momento. Pero no por ello debe ser despreciable.
A partir de ahí, cualquier mensaje erróneo captado de forma no intencionada puede ir en contra de toda estabilidad. Últimamente me ocurre bastante; no podemos dejar que ciertos factores, sean externos o intrínsecos, con más o menos importancia, influyan en los hechos, que no en los actos, de quienes solo quieren ayudar sin recibir nada a cambio. Y eso debe estar fuera de toda duda. Lo siento; me siento perdido y con la estúpida sensación de estar haciendo algo mal... o peor aún: de no estar haciendo nada, porque tampoco sé lo que se espera exactamente de mi.
No merece la pena estar enfadado con uno mismo, sobre todo si no se intenta poner remedio. Esto nos impide ser felices con los demás. Y si se piensa que uno lo merece, quizá debamos pensar más detenidamente en si los demás lo merecen...
...probablemente no.
La inocencia es lo primero que dejamos de lado cuando nos queremos poner la coraza. Al fin y al cabo, siempre existe algo de lo que defenderse.
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