Me marché sin hacer ruido, cabizbajo, con paso lento y pausado, volviendo la mirada atrás cada vez que olvidaba la sombra de tus pupilas dibujada en mis lágrimas imaginarias. Contemplé desde las alturas tus susurros de consuelo mientras te buscaba en la dirección que miraban tus ojos. La felicidad de los demás se convierte en envidia si la tristeza inunda el más sincero de los corazones. Y no quise verte de nuevo, mas intentaba escuchar de nuevo tus susurros de Esperanza. Fui incapaz. El llanto no quiso mojar mis sueños. Mis lágrimas no encontraron un sólo momento de soledad. Se escondieron tras el aroma de tus susurros. Susurros de soledad, que no me dejaron sólo en la Esperanza de la angustia de quien no entiende lo que no se puede entender.
Y entonces, me marché de verdad. Sin valor. Sin la fuerza necesaria para tu mano poder besar.
Porque no encontré palabras que pronunciar mientras imaginaba tu mano tan cerca de mi pesar.
Y no supe llorar, susurros de Esperanza, y no supe llorar, sin rencor, ni alabanzas, ni llanto, ni vida, ni dolor, sin sentir... absolutamente nada.
Sin susurros... ni Esperanza.
muy bonito el texto.
ResponderEliminarHERMOSO,TEXTO Y FOTO,HERMOSO!!!!!!
ResponderEliminarMuchas gracias a ambos. Me alegra que os gusten mis escritos.
ResponderEliminarUn saludo!