UNA PARTE DE MI

UNA PARTE DE MI

El peligro, a veces, está más cerca de lo que uno piensa. La inocencia de la infancia nos hace creer, cuando somos niños, que podemos ser invencibles. Yo pensaba que nunca me iba a morir porque había tiempo más que de sobra para que la ciencia evitara la muerte de las personas. Así es mi ingenuidad. no sé cómo es la ingenuidad de ella... espero que, al menos, sepa diferenciar lo correcto de lo banal. Después pensaba en el vacío de la nada, en lo que pasaría si pudiera imaginar que yo no existo, y que cuando deje de existir, sentiré eso, una nada indescriptible dentro de mi interior. No sé si hay cielo o infierno, luz u oscuridad, todo o nada. No sé si podré ver, desde algún lugar privilegiado, cómo crecen las personas que están a mi alrededor. O si, simplemente, dejaré de sentir, sin más, y volveré al mismo estado en el que me encontraba antes de nacer. 

A veces me toca estar lejos de las personas que quiero en momentos importantes, como ahora. La quietud nunca ha formado parte de mis mejores virtudes, aunque sí la prudencia. No voy a explicar mis preocupaciones en este punto porque no es el momento... pero es cierto que cuando queremos que ocurra algo, pueden pasar dos cosas: que ocurra o que no ocurra. 

Ella es una parte de mi. No sé cuántas partes tengo, pero sí cuantas necesito. Y ella es una de las que más necesito. Este año me toca estar en la distancia, así que la felicito desde esa distancia incierta que separa sangres y derrota heridas. Antes y después, aunque sea el doble de ahora, no es lo mismo que ahora.

Ocho años desde que te vi nacer y cada uno ha sido diferente. Felicidades. mi Nadia particular.