Tener 50 años no es mejor que tener 40, ni entrar en la cuarentena es mejor que vivir la treintena, ni por supuesto, esto es mejor que vivir la juventud de los 20. Y el que diga lo contrario, miente; o se engaña a sí mismo. Lo que los años nos dan, el tiempo nos lo quita. Y tener más años sólo sirve para tener más experiencia. Pero es normal; hasta mi hija, con menos de dos años, va adquiriendo experiencia cada día que pasa.
Querer mostrar la felicidad aparente disimulando la realidad de la percepción se me antoja, cuando menos, desilusionante. Seguro que, si pudiéramos elegir, no escogeríamos muchas de las cosas de las que hacemos. Sin embargo, regalar sonrisas es tan fácil que además sirve para robar penas. Nos quieren engañar intentando que veamos que las penas son las de los demás, pero alguien medianamente inteligente se daría cuenta de que, en el fondo, la pena personal es la que no se puede esconder. Se asoma tras la sonrisa.
Lo que realmente regalan es la ironía personificada en una clase que no tienen con un estilo personal, pero inapropiado. Porque tener estilo no es lo mismo que tener clase, aunque haya gente que entienda que sí. Por ello se muestran como fantoches mostrando un estilo de forma ridícula, en el amplio sentido de la palabra. Es como el ególatra que no sólo siente veneración por sí mismo, sino que necesita que los demás lo veneren tanto o más como ellos mismos nunca lo harían.
Qué equivocado está el mundo, en todos los aspectos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario