Busqué en la conciencia de lo impersonal y no hallé quien me explicara la verdad. Son ciegos los secretos de quien espía sin confiar en la tenacidad de tus oídos; que no escuchan. Sólo se creen lo que no deben confiar a nadie. Orden y desorden conviven sin prudencia, mientras que los niños duermen soñando sus mejores pesadillas. Lo abstracto no desea lo que no quiere lo real, y lo real se vuelve a enrollar con lo impersonal, inverosímil realidad.
Aquello que nos envuelve, en cierto modo, nos rodea. Pagamos con creces todo lo que tardamos en arrepentirnos de ciertos momentos vividos y pasados. Ambas cosas se asemejan.
Por eso, no quiero dar a conocer nada nuevo. Simplemente pretendo hacer ver que tan complejo es lo malo como lo bueno, lo fácil como lo difícil, la capacidad de decisión como la pasividad de la no actuación ante hechos que se antojaban bastante previsibles. Son fechas difíciles para mi, pero infinitamente muy satisfactorias si las comparamos un año atrás. Me contendré algo más... pero puede que el próximo capítulo libere algo de rabia presa en mi corazón.
Y en la mente de todos, y en la mentira de algunas. No sólo de aniversarios buenos vive la humanidad; menos aún las arpías...
No iban a ser menos, ¿cierto?
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