No necesito pensar, ni tampoco imaginar; los momentos vienen y van y no soy tan importante como para que realicen esfuerzos por mi o en mi nombre. La amabilidad está pasada de tuerca, e incluso pasada de moda, según la sepamos enfocar.
Si bien es cierto que más vale prevenir que curar, a veces hay que saber bien que uno puede ir curado de antemano, aunque siempre exista el riesgo de enfermar. En esencia, todos somos volátiles y susceptibles de hacer cosas que esperan de nosotros y no sabemos muy bien el cómo realizarlas ni el cuándo es el momento.
Eso nos envuelve en el miedo y en el temor; en la duda de lo razonable. Hay que seguir dando pasos, pero hay que asumir desde un principio que no todos van a ser correctos.
Aproximémosnos a la verdad, aunque nos cueste. Es el único camino, al menos para hacer las cosas bien.
Si cogemos otros caminos nos traicionarán en el punto de llegada. Y eso ni envuelve ni favorece. Y ya estamos bastante perjudicados...
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