La primera noche que te quedas sin dormir se hace bastante larga,
como si no tuviera principio ni final. El tiempo pasa despacio y nada
calma la ansiedad, nada mengua las ganas de dormir, nada puede hacer que
deje de pensar y nadie conoce la auténtica verdad. Porque incluso se
cuela una sensación parecida a la ilusión esta primera noche donde se
empieza una rutina y dejadez que poco se puede hacer por evitar.
Dicen que tarde o temprano las cosas se demuestran
por sí solas; vamos, que caen por su propio peso. Me gusta pensar así, y
cuando algo sucede, sobre todo si es de improvisto, por algo será.
Porque no puede ser que sea únicamente una persona la que siempre crea
tener la razón absoluta y el resto del mundo estar equivocado... creo
que ni la misma Naturaleza lo debería permitir.
Creo que, haga lo que haga, seguiré siendo siempre el que lo hace mal. Y
si me lo han enseñado así, seguramente me lo han enseñado mal...
El problema es que hay demasiadas primeras noches a lo largo de mi vida, y supongo que las seguirá habiendo.
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