...en los que no existían la pena ni el dolor, en los que la sonrisa se veía en nuestras miradas, en los que la libertad tenía el color de tus ojos, en los que la amistad primaba por encima de todo, en los que compañía significaba amor, en los que morir era vivir por alguien, en los que sentir era desear tu felicidad, en los que tu voz sonaba como un susurro en mi oído, en los que susurrar era gritar la inocencia. Aquellos años en los que la juventud era sinónimo de juntar nuestras almas. Mucho ha cambiado la vida, y mucho nos cambia la muerte en la que batallas perdidas se esfuerzan por querer siempre verte, y nos ganan terreno, y perdemos, casi siempre, luchando, estando siempre en el frente... que ya no encuentro escudo para protegerte.
Y ahora quedo pensando sin saber muy bien en qué pensar; reflexivo; con la mirada gacha; intentando tocar tus sueños; queriendo morir en vida, viviendo mi propia muerte, que cada vez que te miro... cada vez que te miro, veo en el suelo un trozo de sombra inerte que no puede tener la luz, ni en vida, ni en suerte.
Perdona que no te lo cuente. Porque si la primera vez tienes que ser fuerte, a la segunda... a la segunda ya no sabes cuánto caminar para poder perderte. Lo siento; no me creo que en el cielo pueda caber tanta gente.
Se me quitaron las ganas de sentirme... indiferente.
Pues espero que esas cosas que vivías sigan aquí y puedas recuperarlas, solo hace falta verlas de otro modo. Un besazo.
ResponderEliminarPalabras tristes y sinceras pero hermosas.Es triste que inspire tanto la desdicha interior y que pueda resultar tan bello expresarlo...no tengo consejos...solo besos y cariño para tí.
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