Las noches son largas, y sus días también. Tiempo habrá para beber. Luces y sombras se evaden por las hojas de mi papel, por los trazos de la tinta negra de mi pincel. La duda me corroe... siempre me corroe; no se puede evitar. No sé si el cansancio es el mismo cuando el trabajo se parece tanto para unos como para otros. Después de todo, lo hecho, hecho está, y sólo queda esperar.
Dos es más que uno, y uno es mejor que nada cuando nada no deja de ser tan solo una de las opciones de las que podemos disponer. Doble moral de quien sabe, pero calla. Porque ni siquiera sé si debo callar. Todo lleva su tiempo, y esto es algo que no me perjudicar, ni me puede beneficiar. Simplemente me limito a observar, ya que todo tiene su momento... momento que llegará. Mientras tanto, comparo, porque no lo puedo evitar. Son dos vidas diferentes con destino dispar... aunque sé que eso nunca se va a saber. Los fracasos no se pueden convertir en aciertos, pero al menos sí que sirven para intentar acertar cuando haya alguna nueva oportunidad.
Dos vidas diferentes que merecen la misma oportunidad. Pero no soy yo quien pone las normas. Sólo tengo que fingir aparente normalidad.
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