Y pies descalzos. Problemas sin resolver tras el cristal de la consolación y la pena, o la desesperación y la condena. No importa el país, ni la deshonra; no importa decir con tal de decir cualquier cosa.
Llega el otoño, cargado de nubes y vientos lentos, de mareas y olas tonos grisáceos, allí, en la lejanía de tu balcón que asoma buscando resquicios de mar. Ligeros atardeceres, y metros, muchos metros dejados atrás apuntados en la libreta de apenas un año. El otoño más triste de todos los septiembres.
La decadencia me entrega su mano, y no sé si alcanzo a cogerla por inercia, por error, por desamor o por deseo. Hay un poco de todo en cada una de las estaciones de nuestra vida, incluso aquél día de septiembre y otoño en el que pasó a ser invierno simplemente por falta de razón.
Y no sé si estoy en el otoño más triste de todos los septiembres... o en el septiembre más triste de todos los otoños.
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