Todo empezó cuando nació mi hija. O eso quieren creer algunos. Pero hay tantos puntos de vista diferentes que no puedo omitir aquello que parece real y no lo es, ni aquello que parece inmaterial y tampoco lo es. No importa dónde situemos el punto de inflexión. Lo que importa es que hubo dicho momento, y por aproximación no quiero andar tampoco en la miseria de la equivocación.
El problema existía desde los inicios, pero parecía invisible pues no se buscaba solución, y se transmitía la sensación de vivir en un mundo paralelo. Reconocer lo evidente ayuda a solucionar problemas, mas la ceguera del que tiene ojos sin un corazón que siente ganaba siempre la batalla. Así que remontémonos varios años más atrás, cuando uno empieza a perder vida a cambio de estabilidad. Compensaba, realmente. No lo voy a negar. Aunque desconocía tantas cosas que no podía siquiera saber si era yo quien decidía cada uno de mis actos.
Pero no, no puedo negar una extraña felicidad. Luchaba por lo que me había tocado y no siempre podemos elegir nuestro destino. Así que conseguí todo lo que pude y me resigné por todo aquello con lo que no pude guiar mi vida.
Continuará...
Continuará...