Podemos perder infinidad de cosas. Lo importante es no salir derrotado. Pero si pienso en todo lo que he perdido en mi vida, me doy cuenta de que me he expuesto a demasiadas derrotas. Perdí a mi abuelo. Es lo primero y más doloroso que recuerdo haber perdido. Perdí en los juegos de la vida. Perdí moral. Perdí besos de juventud y abrazos de amistad. Perdí peso (y lo volví a ganar; no siempre ganar es bueno...). Perdí puntualmente la timidez para acordarme de ella en los peores momentos. Perdí dinero. Y al haberlo ganado trabajando, consecuentemente, perdí tiempo. Perdí la virginidad al mismo tiempo que perdí un amor. Luego perdí otro amor, y otro amor... y nadie se acordó de mi virginidad. Perdí el contacto. Entre pérdida y pérdida, no olvidemos que sigo perdiendo tiempo. Eso es algo que se pierde todos los días. Perdí una ciudad, y aún no he conseguido conquistar otra. Perdí la compañía de quienes quieren estar conmigo. Perdí una muela. Y las ganas de comer. Perdí gustos que conservé como tesoros. Perdí oportunidades, ilusiones y sueños. Perdí el frasco de tus sonrisas. Perdí la fe, aunque me gusta creer que la encuentro de vez en cuando. Perdí las lágrimas de los fracasos encontrados por el camino. Perdí mi Luna particular. Perdí la resignación del que no quiere luchar. A veces pienso que perdí parte de mi identidad. Incluso perdí la vida que nace cuando aportas una mitad. Pero, en el fondo, me gusta sentirme derrotado. Es la única forma de no sentirse perdido.
Y ahora que lo pienso, lo primero de todo que perdí, con total seguridad, fue mi infancia, Por tanto, puede que sea la única forma de seguir adelante: perdiendo lo que más queremos sin llegar a sentirnos derrotados. Otro día, quizá hable de lo que gané. Pero antes, tengo que encontrar el optimismo... sí, también lo he perdido. Si es que soy un desastre...
Interesante reflexión, Manuel.
ResponderEliminarCreo que hay dos caminos frente a las pérdidas: autocompadecerse o capitalizarlas. Sin embargo, hablar es fácil, lograrlo es otro asunto.
Un abrazo.
HD
hola! me ha gustado mucho tu reflexión, principalmente porque me he sentido identificada, estoy pasando exactamente por un momento así. Es catalizador leer textos como el tuyo, yo espero sinceramente que no estes como dices, pero si es así pues que sepas que ya somos dos. También decirte que el tiempo lo calma todo, al menos eso espero, un abrazo fuerte!
ResponderEliminarMe ha parecido una reflexión curiosa y original. Pero creo que también sería interesante que escribieses un artículo dedicado a victorias y éxitos. Quizá no sean tantos, pero puede resultar igualmente provechoso.
ResponderEliminarGracias Humberto, Isa, Mag. Por vuestras lecturas y vuestros comentarios.
ResponderEliminarEstoy seguro de que hay más gente que se siente como yo. Queda pendiente un escrito con las victorias. Quizá sean más de las que me pienso...
Un abrazo.
Hola, me llamo Rosa, y buscando sobre el rencor he llegado a tu blog. Muy interesante lo que escribes y lo utilizo como bálsamo para las heridas que llevo acumuladas estos últimos meses.
ResponderEliminarEste escrito especialmente me ha calmado, de momento, veremos al despertar. Porque perder por partida doble en poco tiempo alguien a quien amas es desesperante. No. Desgarrador.
Un abrazo.
R.
Hola Rosa.
EliminarEncantado de tenerte por aquí y, como no, eternamente agradecido.
La palabra rencor es una de las que más odio. Y para nada es mi intención mostrarlo aquí, porque no me considero rencoroso. Lo que pasa es que las heridas que comentas tardan mucho tiempo en cicatrizar. Empiezo a pensar que duran para siempre.
Al menos me alegra saber que este escrito te ha calmado. Perder a alguien, sin importar el número de veces, siempre es desgarrador. Lo que importa, en este caso, es la calidad.
Un abrazo.
Mientras alguien pierde algo en su vida, otro en alguna otra parte del mundo, está ganándolo. Creo entenderlo como parte del equilibrio que necesitamos para crecer y avanzar.
ResponderEliminarEs innecesario recordar cuántas derrotas han marcado nuestro paso por la vida, porque en el momento en que las recordamos, es tiempo que vamos perdiendo. Y sí, el tiempo puede que sea lo más valioso que tengamos, por eso administrarlo con cautela, con serenidad y acierto, se convierta en la tarea más difícil que debamos realizar.
Sé que cada una de tus palabras tiene un sentido concreto, que no hablas por hablar. Por eso entiendo parte de tus reflexiones. Curiosamente las aplico a muchas -o solo una-, de mis situaciones.
Perder es ganar... no creo que sea así, pero si analizamos bien lo que representa esa emoción o sentimiento de pérdida, podemos llegar a comprender, por ejemplo, por qué no morimos por una pena de amor, o por qué seguimos intactos cuando alguien amado fallece o desaparece de nuestras vidas para siempre.
"Lo que no te mata te hace más fuerte"... pués será justamente eso... una putada, y un consuelo para tontos... para los mismos que perdemos todos los días algo, o los que perdemos cientos de veces lo mismo.
Encontrar consuelo no es lo que buscamos, quizás sí las respuestas a este tipo de inflexiones que nos aleja con frecuencia de la felicidad.
No hay una respuesta exacta, querido Manu. Ojalá la tuviese y pudiera compartirla contigo.
Te escucho y leo, y entiendo muchas cosas... sin embargo no me sale decirte; tranquilo, amigo, todo se olvida... porque no lo creo. Tenemos que vivir con lo puesto, y además con la memoria a las espaldas. Conscientes en cada momento de lo que fuímos, de lo que somos, y con la inseguridad al no saber qué seremos el día de mañana.
La vida es un riesgo... perderemos siempre. Creo que lo único que podemos hacer, es luchar para no perder más de lo necesario, cuando no se convierta en algo inevitable.
Anímate, cielo, con suerte mañana sólo perderemos la vida... que sea al menos peinando canas, cojeando, y con el corazón repleto de ilusión y vida.
Un inmenso abrazo!!!
Hola!!
EliminarMe alegra mucho verte por aquí.
Comparto, por lo que puedo leerte entre líneas, tu forma de decir que estamos un poco cansados ya de los tópicos. Cuando leí tu comentario hace tres días, pensé en contestarte una cosa, no pude; lo releo ayer y me ocurre lo mismo; hoy me vuelve a pasar igual. Cuando reflexiono, tengo mil respuestas. Cuando me enfrento al teclado, las palabras no me salen...
No creo que para que uno tenga que ganar tenga que existir otro que pierda. Lo que sí me puede parecer factible es que la suma de los que ganan puede ser igual a la de aquellos que pierden. En cierto modo, es parecido a lo que comentas. Creo que en el fondo de mi corazón, no pretendo olvidar nada. Llegas a un punto en en cual se intenta sacar provecho a todo.
Por supuesto, te agradezco tus infinitos ánimos, que son de corazón y que me consta, pues siento tu alma en la lejanía.
Un abrazo no menos inmenso.