Anuncios Google

sábado, 18 de agosto de 2018

LECHE DE FRESA

La culpa es de quien la padece. Con los cuidados paliativos de las invitaciones que participan en vano de la mano de la paciencia. Lo siento. Nada compensa lo que no se puede compensar. Ni siquiera la fe... o la falta de fe. Hubo una vez en la cual encontré el límite de la paciencia, ya que ha salido el tema. Sí, lo reconozco. Encontré el límite, y decidí usarlo. Con mucho acierto, debo decir. A partir de ahí, aprendí a subir ese límite o a bajarlo en función de la necesidad. Después de todo, o la enfermedad va antes que la muerte, o bien ésta nos pilla por sorpresa. Tanto me da que me da lo mismo. Las nubes ya no se deslizan por las caricias de las canciones que cantan mis auriculares.

Me quedo con su sonrisa de cinco años recién estrenada. Supera con creces a la anterior. Me quedo con su llanto consentido, pataletas de niña desdichada falta de carencias que aún desconoce mi razón, aunque entiende mi corazón. Me quedo con su mirada reluciente de ojos chisposos llenos de amor. Con sus palabras agudas, sus gritos dirigidos, sus abrazos por sorpresa y sus juegos sutiles plenos de imaginación. 

Me quedo con sus saltos al cielo, sus bailes imprevistos, su leche de fresa, sus pompas de jabón, sus cuentos al aire y sus pegatinas en la piel. Me quedo con todo eso y con mucho más. Sueños, palabras y vuelos imposibles. Y una gemela de tres años que no para de decir 'mana'. Pero todo llega, y alcanzaré mi venganza, ya sea en esta vida o en la siguiente, de alguna manera que aún no puedo adivinar.

Y no me quedará nada más por hacer. Salvo ver la lluvia caer en esa sonrisa de cinco años...

sábado, 11 de agosto de 2018

CAPAZ DE LO INCAPAZ

Gastadas las ilusiones en una lata de latón, movemos vientos de hielo en el sentido contrario a las agujas del reloj. Los recuerdos no se repiten ni se conocen por cómo son, sino cómo se comparten en el lecho del azúcar y del turrón. Cuatro ojos ven más que dos. mayoría absolutista que le gana a la razón, pero no al juicio injusto que maneja una situación plena de conciencia o misterios de cartón. O de papel; perdidos en cualquier buzón, cajón, tapón o carpeta sin corazón. Como mis nubes: de algodón. Ya no recuerdo esas palabras al oído faltas de pronunciación. El granito tapona puertas que quedan abiertas con el simple roce de tu pelo cortando el brillo del sol. Mordaz y tenaz, capaz de lo incapaz, pagamos los esfuerzos de tiempo cumpliendo edad. Ganamos años, perdemos todo lo demás. Ganas, tiempo, salud, fuerza, excusas, vitalidad... Bueno, excusas no; esas mejoran conforme ves tu vida pasar. Aunque nunca dije que fuese para bien, ni para mal. A veces me arrepiento de todo y otras veces de casi nada. Siempre hay un límite que marca ls distancias en nuestra propia cabeza. Cada uno le da luego el uso que quiere. Eso sí: nunca me arrepiento de no arrepentirme de algo.

sábado, 4 de agosto de 2018

CÍCLICO

Conduzco lento, despacio. Las gotas caen sobre el sueño desnudo de quien ríe, inocente, sin pensar en guerras distantes; crudas; realistas. No me salgo del carril. Me mira por el espejo. La miro disimuladamente. Sonríe. Respira. Cierra los ojos despacio. Es feliz. Disminuye mi pesar. Escucho la lluvia chocar contra mis párpados. Simplemente imagino. Y ya no pienso. Ni me arrepiento, ni me enveneno. Fijo la mirada al frente. Subo el volumen... y la adrenalina lo acompaña. Casi duerme; casi no respira. Aún no siente, aunque percibe. Pregunta. Razona. Entiende lo que puede. Sueña lo que no inventa. Provoca. Acaricia mi alma. Derrite canciones. Brilla. Causa motivos. Vive. Congela temores y, por supuesto, llena momentos y colma pasiones. No veo sus gritos ni escucho sus saltos cuando canta sus emociones.

Ni me faltan motivos ni me sobran razones. Después de todo, mucho me temo que todos los caminos me llevarán al mismo lugar. Lugares que sólo existen en el tiempo y que pasan de largo sin saludar. 

Después, sólo veo unos viejos zapatos sin brillo, sin caminos rezagados, sin suelas en las huellas de su propio barro. Luces gastadas y ruedas que achican agua por donde quiera que pasan. Y un camino recto que, en un tiempo cíclico, a veces es más largo y otras, simplemente, más lento. No deja de ser tiempo, incontable, que no puede ser medido. 

Las trampas son para los tramposos. Y las leyes para los legales...

...aunque sean injustas.

Anuncio