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sábado, 26 de mayo de 2018

EL VIEJO PATIO

Noches de verano de radio y calor, con hamacas estiradas en el negro de la noche. Batallas de juegos inventados tirados por el suelo. Países ficticios y la cena, en la mesa de cristal. Enanos y elfos buscando por los rincones y, de fondo, una canción. De cualquiera; qué más da. Piscinas donde no hace falta nadar. Risas y llantos, fiestas, miradas al cielo. Macetas azules y canastas de metro y medio asomando al cielo de la profundidad. Peldaños estrechos; pelotas de tenis marcadas de suciedad, gatos tristes y libres y pocas ganas de estudiar. Ciclismo, cromos, música sin bailar, y el cojín del abuelo, que contaba los minutos para marchar. Si las paredes hablaran... Dicen que dejamos huella en un lugar. Y si no lo dicen, ahora lo digo yo. Creo que me faltarían palabras y me sobrarían motivos. Yo me entiendo... y también me entiende el que me entiende, aunque suene redundante.

Los lugares vienen y van, aunque no se muevan de dónde están. Roban sueños y regalan momentos. Las calles quedan vacías y los vacíos marcan las horas que cada cual quiso compartir con el patio de mi ciudad. Te haces viejo cuando recuerdas un lugar que ya no volverá. Empiezas a morir cuando lo olvidas. Ya apenas quedan luces en la calle de aquella casa que tuvo un patio que existió por algún motivo y que, por algún motivo, dejó su vida atrás...

...el viejo patio de mi vida, el viejo patio de mi ciudad.

sábado, 19 de mayo de 2018

LA DOBLE T

Daría mi vida por dos horas de mi vida. Ni un minuto más. Una petición recursiva seguramente con nulo sentido. Pero necesaria. Lo más difícil es lo que se nos presenta de la forma más sencilla. Sólo hay que intentar comprenderlo. Me conformo con eso, con un simple intento. Las decisiones no deberían lamentarse, ya que los lamentos tampoco se deciden. En definitiva, el premio tampoco tiene que ser contrario al castigo... dicen que nadie tiene los mismos gustos. Algo tendrá que ver.

Hoy me ocurre que uno frases inconexas, intentando decir algo importante, pero sin saber cómo expresarlo. Todavía no sé si se fueron los mejores años o si están por venir. La vida, de nuevo, nos hace pensar. Se acaban los sueños de 31 años mientras se cumplen los años viendo pasar los sueños. Después de todo, no hay nada que no tenga valor, aunque sea mínimo.

Terco o tenaz. Manda la doble T. Perdemos el resto.

sábado, 12 de mayo de 2018

LA ASIGNATURA OLVIDADA

Cuánto más quieres, más duele. Pero cuánto más duele, menos quieres. Es una contradicción redundante y/o inversa. Pero real. ¿Dulce? No lo sé. No me pesa la distancia sino el cariño inesperado con esa desdeñable falta de respeto de la que tanto presumes carecer de necesidad. Tampoco se me pasan tantas ideas por la cabeza. Los puñales de aire no existen, y las heridas de bala son punzantes como el filo de un fino tacón. Le pondremos un lazo rosa, un envoltorio rojo y una sonrisa azul. No podría ser de otra manera... lo digo por el color azul. Existen historias tristes detrás de cada una de todas las murallas que alguna vez soñé atravesar. ¿Y qué hago aquí? El cielo tampoco sabe responder. Hace tiempo que ya no me guiña el ojo... tanto o más desde que dejé de mirar hacia arriba.

Olvidaron enseñarnos a amar en algún tema de alguna asignatura perdida. O quizá olvidada. Cuando pienso en la gente que quiero, sólo me acuerdo de los buenos momentos vividos, de los felices, los alegres, los que nos unen, los que nos hacen vivir sin miedo a mirar hacia adelante. Momentos únicos. Desgraciadamente, no se puede pensar siempre en la gente que uno quiere. Los malos recuerdos vienen solos...

...no es necesario que nos esforcemos demasiado en ellos. No hay peor forma de perder energía; no hay peor forma de perder vida.

Porque ni siquiera la memoria puede perdonar el olvido.

sábado, 5 de mayo de 2018

EL BESO

Había luces en el suelo y hojas en la pared. Retumbaban los oídos ciegos en el rostro apagado, sin piel, de una niña castigada, abrigada, azotada sin querer, sin culpa alguna... salvo la de nacer. A veces me canso de gente cansada, y otras me basta con desviar la mirada. Todo tiene la culpa, aunque no nos pase nada. El sol brillaba en el cielo mientras jugaba con alguna que otra nube que llamaba su atención. Entré sin avisar; tampoco tuve que anunciarme. Ya se sabía que no había solución. Tampoco me demostraron lo contrario. Sin dejar de estar acompañado, actué, y me fui. Ya no volvería a ver un amanecer más. La memoria se me borró y las pausas se me hicieron eternas. Apenas recuerdo más. Una ventana roja al fondo, una silueta, un abrazo roto... unos gestos desapercibidos, unas palabras sordas, un vacío sonoro, un adiós con trampa, una esperada salvación.

Un beso en la mejilla y siete pasos lentos, cansados, mojados de lágrima viva y ausentes de tu sol. Y una maleta desordenada. Y un ordenador.

Hay cosas que se olvidan aunque no quieras, y otras no se olvidan aunque lo prefieras. La ausencia de queja no confirma la presencia de mi dolor, aunque algunas cosas se intuyen...

...y otras sólo cambian de color.

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