Anuncios Google

sábado, 24 de febrero de 2018

MATANDO MI SOLEDAD

Suspiros desesperados en mitad de la noche. Cualquiera crea pañuelos de tinta negra y piel de lino blanco. La frivolidad juega con la fortuna mientras el destino no hace otra cosa que esperar, sin tener que soñar despierto los sueños que viajan en mis nubes de buenas noches que mantienen los ojos entreabiertos mientras vuelan a ras del mar; o de la calle, llamada carretera, bañada por ríos de achaques que mueren con el murmuro de la ciudad. Y es que cuando no encuentro explicación no merece la pena perder el tiempo en buscar; la explicación, se entiende. Es otra forma que tengo de madurar: lo que sé que no puedo encontrar... intento no buscarlo si me lo tratan de ocultar. Falsas filosofías de la vida. Falsas vidas carentes de moral. Moral tiznada de alma, alma que mira sin mirar. Niños que buscan remedios a problemas de los demás. Inconscientemente. Sin mirar. Como el alma que no tiene moral. 

Hay guerras que no se ven; bandos que tienden una mano que esconden partes confesas que nos apuntan con un puñal; bandera blanca manchada de cal, que se esconde para ocultar un color que tiene vergüenza difusa y asta de cristal. Sólo existen en tu enfermedad.

Me sorprende el color de la vela que sostiene el fuego de la incredulidad. Fortaleza campechana, cojera y debilidad; factores que arrebatan de mis manos el exceso de ingenuidad. Ya no me sorprende nada. Todavía me buscan por las farolas de mi ciudad. Luces que hablan por sí solas, secretos de mi oscuridad. Cada día está más lejos tu mentira, y más lejos mi verdad. Verdad de la buena. Me cansa tu exceso de pena y me apena tu realidad...

... ya me encargaré yo de matar a mi soledad. Aunque sea con tu puñal...

sábado, 17 de febrero de 2018

YA NO TENGO BALCÓN

Lo sutil combina con el violeta de algunas miradas; pero mis ojos son olvidadizos. A veces, escribo lo que quiero leer... otras, leo lo que quiero escribir. Por tanto, pierdo la primicia y busco la originalidad. Corazones partidos hay en todos los ámbitos. Luego vienen los llantos de heridas superficiales, celos y cansancio, aunque sólo sea por puro agotamiento. Mi mirada olvidadiza me atrae a lo inesperado, contempla regalos que cumplen años, tartas que cumplen años y sonrisas que se hacen mayores con el paso de los minutos. Sí, también cumplen años. Unos ríen y otros mueren, sin que la edad tenga nada que ver. Porque no existe lo lineal, y no hay nada en la vida que no sea cíclico. Lo lineal es etéreo. Finito. Cansa y no conoce el sabor de la tristeza. Es efímero. Todo lo que importa da vueltas, una tras otra. Los que hoy ríen, mañana buscan consuelo para sus tristezas. 

Pero siempre existirán las risas. Se quiebran según la fragilidad del lápiz que las pintó en el lienzo de la vida. Sólo tenemos la libertad de escoger el color de dicho lápiz. Mientras existan risas, no recordaremos el cansancio, ni los caminos en círculo, ni el color de la sangre. Olvidaremos la existencia de la infancia propia... pero recordaremos la infancia de los demás. 

Ya no tengo balcón. Lo tiré por la ventana cuando quise abrir sus puertas y contemplé las alas muertas de quien no le da la gana de hincar suerte y corazón; mi carroza va desierta... migas de cartón. Y sólo veo sombras. Y palomas muertas, mientras suena otra vez mi canción... 

...que se escapa por la ventana. ¿Por dónde si no? Ya dije que ya no tengo balcón...

sábado, 10 de febrero de 2018

PALABRAS SESGADAS

Nos pasa a menudo que no sabemos si vivimos o morimos. A medio camino entre lo oscuro y lo brillante. Odioso y pecaminoso. Soy muy simple. Lo reconozco. Indefenso. Con miedo al temor. Ingenuo y olvidadizo, aunque no siempre todas las mitades son iguales. Si no recordara una obviedad cuando tengo que memorizar dos... sí, me definiría un auténtico desastre. No importa si mi mitad es la de un vaso o la de una piscina. Mitad es, al fin y al cabo. La otra mitad es de los demás, sin importar el tamaño. Es cuando caemos, una vez más, en el error de siempre. Nos gusta lo oblicuo. Sesgamos la realidad y nos bañamos en la misma mierda una y otra vez, sin pensar, sin querer lo que decimos, sin decir lo que queremos. Tengo que acostumbrarme a jugar siempre en desventaja, a no aprovechar los fallos del rival y, sobre todo, a obviar lo obvio y a respetar lo complejo. Ya dije antes que soy muy simple.

No lo entiendo. Porque hay mucha gente que se mete en la vida de otra gente y no le pasa nada. Ahora vendrá el silencio y la angustia, la evasión y la involución, la obligación y la huida de una libertad que no tiene moral, pero sí muchos complejos. El roce está prohibido. La palabra quedó muda...como sesgada.

Y la vida murió conmigo, y yo viví por morir una vida más. Palabras ingenuas. Como yo.

sábado, 3 de febrero de 2018

CENIZAS EN TU CAJÓN

Cuadros enlatados. Puertas de metal. Muros desviados de la atención casual de la vida, de la tuya, de la suya y de la mía. Cual imaginación con forma de cajón semicubierto por la natural labor de un abogado defensor que tira las cenizas del tabaco maloliente que fuma en su interior. Injusto y cruel; pero dispuesto a encajar cualquier tipo de golpe. Y a la salida del trabajo me encuentro con unos ojos inhóspitos que desprenden sueño hedor de vagabundo y buscan descanso como agua de mayo dibujando ojeras en la línea del sol con la noche, que aún es invisible. Y entonces paseo, espero, observo, pienso e incluso, a veces, hasta pienso. Sueño con ganar concursos sin presentar candidaturas válidas en tiempos incompletos, pero prometidos. Seis patas corren más que dos y viven más que cuatro cuando recojo todo el frío del amanecer en mi pecho a la altura de los volantes que apenas abrigan una especie de soledad algo indistinta, perturbadora, genial en la sombra y opaca en la oscuridad.

Pero aún pienso en ti, presa del dolor, reina de la fortaleza que soporta la voz de la condecoración que cada cual impone, de forma invisible, a quien ama, a quien manda sin sobrepasar la protección de la infancia, de las infancias que no tienen más que hacer que cumplir horas, años, escaleras de infinitos peldaños, sueños, engaños y hasta promesas de felicidad indebida. Así son los niños: no se dan cuenta de lo que dan así como tampoco perciben lo que reciben. 

No me molesto en buscar en las cenizas del cenicero de tu insuficiencia. Es inútil. Cuando el humo se desvanece la vida nos vuelve a mentir y nos recuerda lo de siempre... que lo evidente suele estar ahí, siempre presente.

Sólo busco héroes que me ayuden a encontrar. Buscar, buscamos todos. Hasta en la basura. Hasta en las cenizas... estén donde estén.

Anuncio