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sábado, 6 de enero de 2018

LOS REYES TAMBIÉN ROBAN

Acoso de papel. Lluvia de sueños y sonrisas, muchas sonrisas cargadas de emoción que desembocan en lágrimas de excusas perfectas y vacías de razón. Sonrisas de colores según la ocasión. Y la devolví intacta, sana, feliz. Sintiéndola robada de dulce mirada y frustrada sensación de quien abandona, a la fuerza, un amor sin ningún tipo de perdón. Allí se quedó, con la mano blanca de nieve nueva, caída como sueños que despiden vínculos caminantes sin la compañía de su piel, de sus ojos, cómplices sin miradas ni sonidos de quejas constantes que emiten las que no deben y omiten los que, al parecer, no sienten.

Pero el dolor va por dentro. Los Reyes también roban. Y llegando a mi destino mi alma aprende a decir adiós, hasta la próxima, que no quiero contar los días para ver mil caras de ilusión, mil ojos que miran cada esquina de mi rincón. Mil juguetes que juegan sin suerte... y sin color. Porque no cabe consuelo aunque diga que no, que no quiere ir a ese pueblo sin fin. Y me quedo con rimas pendientes para ocultar mi desazón.

Todo termina. Entonces, aparco el coche, subo el ascensor y abro la puerta que rodea mi salón. Ahí tengo un espejo, a imagen y semejanza del anterior. Y mira hacia el pasillo y grita: "¡Nana... ven!" 

Entonces vuelvo la cabeza y escucho silencio, veo oscuridad, toco recuerdos...

...y sonrío paz. Porque nadie puede quitarme lo que solo yo puedo tener. El resto que se quede con su envidia...

Envidia de tontas. Estoy seguro.

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