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sábado, 4 de noviembre de 2017

VÍCTIMAS INDIFERENCIADAS

Si nos fijamos en los detalles, nos daremos cuenta de que no podemos estar en todo. Siempre hay cosas que se nos escapan. Suena a contradicción, pero es una norma en toda regla. Hay quien quiere estar, y hay quien está sin querer. Después de todo, nada es lo suficientemente grande como para escapar sin saber que necesitamos escapar. Porque algunos lo saben, pero otros lo ignoran. Las casualidades existen, pero no se producen cuando queremos, sino cuando surgen, así, sin más. Más desea volar el que tiene alas y no le responden que el que carece de ellas y tiene la mente lúcida. 

Algunas vidas no nos importan en absoluto, aunque se empeñen en ello. Otras, sin embargo, entran en el entredicho de lo susceptible. A veces dan pasos que interfieren en vidas ajenas y, a su vez, inocentes. La risa proviene del más allá cuando la sonrisa permanece lejana y escondida en la rendija de la soberbia. Por eso no siempre sonrío cuando se ríen de lo que ni ellos mismos entienden, ni río cuando veo sonrisas carentes de personalidad. Algunas, y hablo en femenino, tienen el ego tan subido que no necesitan trampolín para darse besos en su propia mejilla. Mientras exista la demagogia como arma sexista jamás existirá la igualdad entre personas. El sexo no determina al asesino, y la propia ley se suicida cada vez que un inocente muere. El problema es que sigue habiendo mucho odio al género masculino y mucha hipócrita que se aprovecha de ello. Y mucha manipulación, muchísima. Es el motor del sistema que lo mueve todo: esconde lo que no interesa y tergiversa lo que interesa para que parezca más real... o menos real. Al gusto del consumidor.

Para todo hay distancias y distancias; Burgos está a la misma distancia que Cuenca... sólo hay que saber calcular la fuerza según la dirección donde queramos dar la patada. Bueno, no tiene por qué ser una patada...

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