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sábado, 18 de noviembre de 2017

TRES AÑOS Y UN DÍA

En el ámbito global de un mundo centralizado, donde el número tres resulta ser el favorito de un servidor, cuando hablamos de tiempo, sean horas, segundos o meses, cualquier número resulta irrelevante. Lo es tanto en cuanto que no deja de ser menos cierto que un número jamás puede medir un tiempo transcurrido si pensamos dicho concepto como demasiado abstracto. Lo que para algunos puede parecer corto, para otros se les puede hacer eterno. Hablo, evidentemente, de intervalos de tiempo. Aún recuerdo aquél día en que me casé cuando, antes de entrar en el banquete, se me acercó mi ex cuñada, hermanísima de la novia, y me advirtió del cuidado que yo debía de tener para no hacerle nada malo a su querida hermana, mi recién nombrada mujer. Sí, luego comentó que no era más que una broma, pero ahí quedó dicho. Lo que no recuerdo es que alguien de los míos le dijera algo similar a la que ahora es mi ex...
Hace tres años y un día que tuve que dejar mi casa. Huyendo como un criminal, pensarán algunos... o para salvaguardar mi integridad, como me gusta pensar a mi, tras una amenaza de mi ex con denunciarme por maltrato. Es una pena que la hermana de mi ex no la advirtiera a ella misma; se ve que algunos piensan que siempre son ellos los buenos y todo lo hacen bien. No sé qué es lo que me ocurre con el número diecisiete. Un diecisiete me marché de casa. Mi madre (y mi ex suegra) cumplen un diecisiete, y me tocó dicho número en la calle donde viví hasta que me marché, sin abandonar esa hipoteca gratuita ya para algunas que, casualmente, también firmé un diecisiete. Todos de diferentes años y meses, pero no dejo de pensar en esta curiosa casualidad. Y todavía no ha terminado este dos mil... diecisiete...
Aún quedan cosas por demostrar, pero no me voy a esconder porque no tengo nada que ocultar. Todo lo contrario. He pensado enseñar la verdad de todo lo que ocurra. Y no es una amenaza, sino una realidad. Porque el tiempo dirá quien es digno de arrepentimiento y quien es nulo en verdad. Porque marché sin olvidar, recordando mis defectos y anotando mis virtudes en una libreta llamada libertad. No me van a callar. Pero sumemos uno al diecisiete y añadamos el mes de abril para pasar página y cumplir años que me permitan seguir olvidando.
Algunos acusan de falsos sin demostrar... otros simplemente demuestran la verdad. Y verás los sonrojos en el rostro de la mentira...

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