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sábado, 26 de agosto de 2017

EL CIRCO DE LOS HORRORES

Había una vez un circo que de pronto se llevó la imaginación. Tenía payasos que inventaban mentiras con el corazón, sonrisas amarillas flagelantes de dolor y muestras de cariño bajo un sombrero frágil y sin color. Entonces llegaron los niños, y los gritos, y la simple ilusión, la diversión y la fiesta... y el agua, y las lágrimas, y la lluvia que siempre oculta nuestro sol. Y el circo naufragó; y se marchó para no mirar atrás, para no volver, para olvidar las sonrisas de los enanos y la flor. Hubo quien se negó, quien confió en la suerte y esperó, y también hubo quien se resignó. Había una vez un circo que no conocía el dolor, pero que se empeñó tanto en conseguirlo que, al final, lo consiguió.

Odio a la gente que hace daño simplemente porque puede hacerlo, así, sin más. Gente sin oficio ni beneficio, que les basta con respirar para sobrevivir, y que son dueñas de la voluntad de los pequeños sufridores y los grandes damnificados. Por ellos no pasa el tiempo... lo rozan con las yemas de los dedos que ya tienen manchados de sangre incluso antes de empezar.

Si se juega con la vida no se sabe cuál será la victoria. Si se juega con la muerte, la derrota la conocemos de antemano. Demasiado grandes para los circos... demasiados circos para los pequeños.

Porque el fuego lo quema todo. Y no siempre podemos elegir.

sábado, 19 de agosto de 2017

ACOSTUMBRADOS

Nuevos vientos de papel de cristal. Frágiles, vacíos, sin dirección definida e inocua velocidad. Sin sentimientos; sin palabras. Los días miran de reojo el fin de su oscuridad. El mar mece las olas. Las niñas juegan, inocentes, sopesando un miedo ajeno e infantil que corta la respiración como un cuchillo que roza las gotas del rocío mientras el horizonte te muestra la mejor de las sonrisas. Lo importante es echarle valor, pero a veces lo importante es insuficiente. Porque en el hueco de tu cama siempre estará tu presencia, que se hace ausente en esos días en los que la luna se marcha antes de verte despertar. Siempre lo hace.  A veces, me asomo a hurtadillas por la rendija de la puerta que te ve dormir plácidamente, segura, tranquila, feliz. Supongo que siempre es así... aunque sólo lo puedo suponer.

En sólo unos días puedo descubrir la mentira. Tus exigencias pueden ser las de todos los que te rodean. Seguramente, esa sea la intención. No notas la ausencia de la sobreprotección inducida por el método de ensayo y error. Porque todos erramos, pero a veces no hay lugar al ensayo estudiado con cierta premeditación.

Entonces me acerco, respiro tu aliento buscando una razón, consuelo y rezo, y busco compasión, sin poder de dejar de tener siempre esa terrible sensación de una culpa que, si hizo mi vida mejor, puede que haya hecho de otras vidas mucho peor. Pero seguiré siendo yo... no busco culpables: sólo busco solución. Y el que mire para otro lado, vuelve a cometer un error.

Acostumbrados estamos. ¿O no?

sábado, 12 de agosto de 2017

MONSTRUOS

Hay gente que tiene demasiados monstruos en la cabeza. Demasiadas fobias o demasiados complejos. Poca visión para afrontar una vida llena de incógnitas, es verdad. Pero una vida propia, de hecho. Y el tiempo pasado no va a volver. Hay un dicho que nos recuerda que el tamaño de los monstruos depende del miedo que se les tenga. Todo un dicho de inspiración... ajena, supongo. Que el tiempo pasa sin que podamos evitarlo es algo que ya sabemos y que he dicho muchas veces; pero también es cierto que el tiempo pasa casi siempre de la peor manera que queremos. El simple hecho de que el tiempo pase ya es una mala noticia para nosotros. Cuando aprendamos a asimilar esto tendremos la base para disfrutar de una vida con algo más de paciencia.

Podemos pensar que nosotros mismos somos monstruos para otras personas. Supongo que por hacer cosas que no se esperaba que hiciéramos, por no pasar por el aro, por plantar cara o por dejar de ser sumisos. Seguro que hay muchos más motivos, pero no tengo ganas de seguir pensando en ellos, porque no dejan de resumirse en uno: la falta de tolerancia. No podemos hacer nada más. Hay gente que por su propia naturaleza dejan que la envidia, la incomprensión, el egoísmo y otros calificativos que no entienden pero que llevan a la práctica sean dueños de sus vidas. 

No toleran a los demás. No se toleran a sí mismos. Terminan solos y cayendo en el olvido. Todo tiene su precio, como tenerle miedo a los monstruos...

... o ser un monstruo.

sábado, 5 de agosto de 2017

DUDA O DEUDA

La deuda es la deuda. Hombre no es igual a mujer; las diferencias son obvias. Leche de hormiga y cuerpos raquíticos en esqueletos que ya no saben si lo son. La duda se parece a la deuda, pero diferencian la realidad, matizan las sospechas de la ficción. Buscan igualdad sin saber lo que significa, sin molestarse, sin preocuparse para con quienes no podemos más que resignarnos casi sin rechistar. Todo cambia. Y esto también cambiará. Antes o después, pero cambiará. Porque ocultar sentimientos no es sinónimo de no tenerlos, y mostrarlos mediante una sobreactuación exagerada (valga la redundancia) no significa sentir más que nadie. Aunque les pese, aunque se lo crean, aunque no lo disimilen.

Me dejo el espinazo por esquivar el miedo que supondría perder un trabajo pensando solamente en ellas, sobre todo en ambas, la primera por unas cosas y la segunda por otras. Trabajo y vivo por ellas, me preocupa en demasía el futuro de una vida diferente a la que tengo, a la que deseo; un miedo justificado, por otra parte... es inevitable imaginar no cumplir con mis obligaciones de cada mes. Los números bailan para que ocupen su lugar cada vez que un mes comienza. ¿Qué pasaría si no lo hacen?

No lo sé. Pasar pensión, pagar hipoteca y cubrir gastos... ¿Es lo que me permite ver a mi hija? Yo tengo que cumplir, pero... ¿la otra parte es inmune? Espero que no me pongan a prueba, porque el futuro, como dije antes, no está escrito, y las cosas no suelen ser como uno imagina. Y quizá, algo muy malo, se convierta en algo bueno...

...llegará el día en que me apetezca probar. Seguro.

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