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sábado, 27 de agosto de 2016

UN PEDAZO DE CIELO

Hay momentos en los que necesitamos que el cielo se acuerde de nosotros para saber que nunca debemos olvidarnos de quien están allí. El cielo puede ser un pájaro que bate sus alas hacia un hueco vacío para recordarnos que, quien estuvo ahí nos recuerda, y siempre nos recordará, a pesar de la vida. Es triste el viaje, la partida, el adiós inesperado, la inapetencia el saberse eterno en un azul infinito. Lo cierto es que los vemos partir desde la distancia, y se alejan, y nos ven con su infinita mirada, sabiendo que no volverán, que son ellos los que parten, pero que podría haber sido al revés. Cuando estoy triste, miro al cielo y me pregunto qué es lo que estoy haciendo con mi vida, y ahí está la respuesta. 

Hay personas que cuando nos hablaban en vida en realidad nos estaban mostrando con las palabras del corazón ese pedazito de cielo que debemos mirar para no olvidar. El cielo es tan grande que hay un pedazito para cada uno de nosotros. Y cada vez que miremos hacia arriba, reconocemos más pedazos que formaron partes de nuestras vidas.

No nos queda otra... bueno, sí. Convertirnos nosotros en otro pedazo de cielo. Ya lo tenemos reservado, y en un sitio preferente: al lado de quien nunca dejó de creer.

El cielo está lleno de pedazos que sonríen con los brazos abiertos esperando nuestra llegada. 

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