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sábado, 4 de junio de 2016

MIL VUELTAS

Muchas veces no sabemos por dónde empezar; es más, casi nunca sabemos por dónde empezar. Una canción del pasado, una voz casi irreconocible, un desierto erróneo o una lágrima sin dueño. Puede que sí, que cualquier momento sea bueno para elegir cualquier lugar donde empezar. Opciones pasajeras para decisiones definitivas. También puede suceder que ocurra todo aquello que nunca nos habíamos planteado pero que, si termina pasando, es porque tenía que terminar pasando. Esfuerzo no es sinónimo de acierto, por lo que he aprendido a pensar que por mucho que me esfuerce siempre hay un hueco al error. Podemos tener siempre palabras de ánimo en la boca, pero eso no significa que nos sintamos más animados... puede ser solamente una falta de compromiso, o demasiada imaginación.

Casi siempre hablo de la soledad, pero es lo que tenemos los seres humanos: que nos volvemos monótonos y aburridos. Terminamos hablando de lo mismo; del trabajo, de nuestras aficiones, de lo que nos odia o de quienes nos quieren, nos repudian o nos detestan. Para bien o para mal, palabras nos sobran a todos. Queremos que la soledad nos deje, se aleje y nos devuelva la vida, se quiebre en mil pedazos o termine ahuyentando nuestros miedos. Queremos una soledad en compañía, con sus virtudes y sus defectos. Una soledad alegre, a ser posible, que contrarreste la propia tristeza de la soledad. 

Una palabra como soledad no hace falta escribirla en compañía, ni pronunciarla a los cuatro puntos cardinales.

Soledad.

Y, sin embargo, retamos al masoquismo y buscamos todo aquello que no queremos. No quiero que piensen que no siento tristeza... siempre la he sentido. Ya quisiera la soledad tener tan grata compañía. Pero no; no escogemos lo que queremos, sino lo que tenemos. Y eso, a la larga, se convierte en soledad, y luego en tristeza, melancolía, nostalgia... y una cosa, como sabemos, lleva a la otra, y así hasta el infinito. Mil vueltas, sin parar y sin pensar, una tras otra...

O hasta que la soledad quiera. Hay quien no quiere, y hay quien hace méritos. 

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