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sábado, 9 de enero de 2016

VIDAS INJUSTAS

Nadie decide su destino, ni siquiera quienes creen lo contrario. Al final, después de todo, se confirmó lo que más tarde o más temprano tenía que llegar. Lo que nadie me puede negar es que la vida es, para algunas personas, demasiada injusta; para otras, un regalo no merecido, quizá, o una serie de mecenazgo poco interesado, aunque no lo parezca. Y sí, claro que se llora, por mucho que se espere o por muy inesperado que sea. Aunque tampoco hay que fingir demasiado lo que no se siente por mucho que se necesite mostrar la desgracia asumida como propia. Después de todo, el desenlace no deja de ser el mismo.

Nadie querría verse en situaciones parecidas, pero ya sabemos que no podemos escoger. Lo que se nos impone, se nos impone, y cuanto antes se acepte, antes se encontrará el camino de la felicidad. Pero no nos equivoquemos: dicho camino no es el de los demás. Es fácil lavar conciencias y pensar que tu generosidad se puede negociar a cambio de pensar que la otra persona es más feliz. No. No es así. La otra persona, por su situación en sí misma, nunca puede ser más feliz; si acaso, mantener un punto de incertidumbre y esconder la desdicha convertida en sonrisa. Quien es más feliz es uno mismo que se cuida muy mucho de guardar un buen acto en forma de complaciencia y que, a la larga, te sube el ego más alto que la propia estima, si es que somos personas preparadas para soportar tal competición.

A veces vaticinamos lo que es evidente, y lo decimos a personas ciegas de conocimiento por usar vendas en los ojos como trapos que sólo sirven para limpiar el polvo. Y vaticinar lo evidente no es ser un adivino, es simplemente usar la razón y engañar, aunque sea un poquito, al corazón. Pudiera parecer que pasarían tres años, y apenas ha pasado un año del momento en que rubriqué aquella firma en un puñado de papeles con verdaderas evidencias.

El que no se consuela es porque no quiere... y el que no quiere es porque no se consuela. No hay más víctima que la que ve pasar el tiempo sin solución ni remedio; pero no quieren que el remedio sea la solución.

El cielo también está lleno de injusticias.

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