Entiendo la vida como algo que se apaga a su debido tiempo, o cuando sucede algo repentino, como una ráfaga de viento que no todo el mundo puede resistir. Dentro de la vida, hay otras cosas que se apagan y que duran menos tiempo. A veces, se pueden volver a encender; otras veces, no. Y no creo que haya excepción. Y este blog es ejemplo de ello.
Hay conversaciones, hechos, palabras y actos que marcan un antes y un después. Resulta sorprendente hasta qué punto uno no espera algo que luego se produce, para nuestra sorpresa. Y, aprovechando que estamos en Cuaresma, citando nombres de "santos" y "vírgenes", tras unos días de Meditación, buscando Perdón, al final me quedo con Dolor, Amargura, Penas, Soledad, Paciencia y más Dolor, Dolores en general, Consuelo y Humildad, y siempre Esperanza, pues no nos queda más, tomo decisiones que no pueden gustar, algo que entiendo. Pero más entiendo que el que sufre sus consecuencias con mayor repercusión es quien no deja de meditar.
Así que, de momento, esta luz en forma de blog se vuelve a apagar. Unos días, unos meses... qué mas da. Nadie lo puede saber. Dos son los motivos principales por los que tomo esta decisión. El primero, el inminente nacimiento de una flor, y el tiempo que eso quita... o da, según se quiera mirar. El segundo, el error en mis escritos de quien los lee entre líneas e interpreta mil y una cosas que pueden ser verdad o simplemente una forma de desahogar.
Quien sabe si dentro de tres días me siento aburrido y las palabras vuelven a fluir casi sin pensar, y el teclado vuelve a vibrar y a sentir las pulsaciones de los dedos que quieren volver a llenar de escritos esta simple estantería. Pero eso, ahora mismo, es difícil de pensar.
De todas formas, todo acto tiene una repercusión. Una consecuencia, quizá sin solución. Pues... si no dejas que vengan, ¿por qué he de dejar yo? Si no quieres hablar, ¿por qué he de hablar yo?
Preguntas sin respuesta, pero con repercusión. Y el polvo comienza a acumularse en la estantería mientras el fuego arde sin control...