Anuncios Google

lunes, 30 de diciembre de 2013

EL AÑO DE NOA

El deseo de los demás siempre es el deseo propio. Por eso es deseable que mis deseos sean siempre los de los demás y para los demás. Hoy te deseo feliz año, mientras el resto del año me da igual, te hago la puñeta, voy a mi bola y practico el egoísmo como una forma de vida o de religión. Y así es la vida. No cambiamos por muchos años que pasen, ni por pocos que nos queden por vivir; aunque esto último nunca se sabe, si bien se puede intuir cuando tenemos la experiencia justa; ni más... ni menos.

Me gusta pensar que cada año es diferente. Que las personas cambian, que mejoramos para que los demás obtengan una mejor calidad de vida, y que no nos conformamos con lo que ya tenemos. Los buenos propósitos son siempre parte del pasado. Las buenas intenciones se diluyen con las palabras justo en el momento en que son pronunciadas. No quiero que me desees un mejor año... me basta con que tú intentes que sea posible un mejor año para mi, para tí y para todos. De lo contrario, nos estamos poniendo a la altura de Judas cuando entregó a Jesús.

Tu sabiduría es más sabia de lo que crees, pero no basta con que te lo creas, sino que además, debes saber sacar ventaja de ello. Veo que hoy tengo cierta facilidad para escribir, así que no quiero desaprovechar la oportunidad de dejar de hacerlo, siempre y cuando me apetezca. Quizá haya que saber buscar la utilidad de aquél que sabe pero no actúa, frente a quien actúa sin saber muy bien lo que hace. Pero este es otro asunto...

2014 vendrá cargado de novedades. Nos guste o no. Y sólo el tiempo sabrá la forma de reaccionar a aquello a lo que nos enfrentamos. Si tiramos de refranero, dicen que no hay dos sin tres, que a la tercera va la vencida, que a año nuevo, vida nueva, etc... puedes escoger el que prefieras. El caso es que alguna vez tenía que llegar, aunque puede que demasiado forzado y tomando demasiados riesgos... por eso, siento que si no lo llego a intentar, hubiera tenido siempre una espina clavada en mi corazón. 

Sí. Sigo pensado que es demasiado pronto. Pero cada día que pasa fortalece una raíz que no ha dejado de crecer desde el primer día. No sé el cuándo, intento entender el cómo, y aún me pregunto el por qué, teniendo, a partir de ahora, el dónde localizado en mi mente. Pero Noa dará y quitará razones, desclavará espinas en corazones ajenos, demostrará verdades y descalificará las mentiras de las falsas ilusiones. 

Cuando Noa llegue, llegará para quedarse. Y puede que yo nunca tuviera a nadie por quien vivir, pero por fin tendré a alguien por quien morir.

Si Noa quiere... 

lunes, 23 de diciembre de 2013

LA NAVIDAD DEL OTRO...

Será por las pocas ganas de mirar hacia otro lado; por la impaciencia de caminar sin sentido; o quizá por la desazón de quien no camina como debe. El motivo es indiferente cuando la causa es insalvable. Parece una condena. Navidad feliz en una infancia ya demasiado lejana, Navidad odiada en un presente demasiado trabado. La Navidad es vida también cuando no queda más remedio que cumplir con la misma. El que no lo ha vivido, no lo entiende, y el que lo entiende es porque no lo ha sufrido. Mirémoslo de otra forma similar: me gusta estar más libre los días considerados normales a cambio de esto. No digo que sea malo, pero tampoco tiene por qué ser necesariamente bueno u óptimo. Es mi forma de creer en el destino. Sí, algo cruel. Eso ya lo he dicho otras veces. Nadie me dijo, en ningún momento, que lo disfrutara mientras pudiera. Bueno, miento. Sí que me lo dijeron. Lo que pasa que es muy fácil hacer oídos sordos a todo aquello que no nos interesa. 

Aún así, dadas las circunstancias, me lo tomo con sabiduría, y hasta es una suerte trabajar en Navidad. Precisamente por eso, porque tengo trabajo. Y por otras cosas que ahora no voy a mencionar. Así que el que no se consuela es porque no quiere, o quizá porque no sabe ver el otro lado de las cosas, algo a lo que cada vez trato de estar más acostumbrado. Todo tiene dos caras (o más, si añades la falsedad...) y tienes que saber cuál usar en cada momento para no entrar en la rutina que los demás quieren imponer.

No quiero una feliz Navidad, porque de todos los años que me la desearon, en uno de ellos falleció mi abuelo. El porcentaje es paupérrimo, lo sé, pero no engaña de la realidad ni nos priva de la verdad. No pretendo ser cansino, pero el pasado no se puede cambiar. Quizá un día se me olvide el año, pero aquél año no me olvidará a mi ni a mi familia. De todas formas, no voy a volver a hablar de esto. No quiero una feliz Navidad porque ésta no nos transporta a un universo paralelo, ni nos cambia de vida, ni de sexo, ni nos hace más jóvenes, ni nos evita morir. Así que, ¿por qué ser feliz una día? ¿por qué desearlo? Prefiero enfocar mis esfuerzos en hacer que los demás sean un poco mejores el resto de los días. Y el de Navidad también, por qué no... sigue siendo un día de nuestras vidas.

Así que... Feliz Día. Hoy, por ser uno más de nuestras vidas. Y mañana por el mismo motivo. Quizá el futuro me haga volver a pensar como antes... pero el antes es muy amplio, así que nunca se sabe. Lo único que sé es que cuando pase mañana, estaremos en otro día, y así una vez, y otra, y otra...

Y estaremos siempre pendientes de la Navidad del otro, mientras nos resignamos a vivir la nuestra.

lunes, 16 de diciembre de 2013

LA LEGIÓN OLVIDADA

Me ha gustado bastante. Si alguien me quiere regalar la segunda y tercera parte de esta trilogía (el Águila de Playa y Camino a Roma, respectivamente...), yo, encantado. Por lo que he visto en internet, el libro no tiene buena crítica. Comentan que es muy típico y que cae en demasiados tópicos. Puede que sea verdad. Por otro lado, pienso que esto a veces es inevitable, que los buenos siempre suelen ganar y los malos siempre van a perder, aunque los buenos mueran. De momento, no es el caso. En este libro, los protagonistas son 4, al estilo de cualquier grupo de aventureros en los cuales uno de ellos es el fuerte, otro el sabio, otro el ágil y la mujer, la gran belleza del Imperio Romano. Un galo pierde a toda su familia y tribu y es convertido en gladiador haciéndose el más prestigioso de ellos en toda Roma. Allí conoce a Rómulus, que es vendido por un comerciante en horas bajas y que necesita dinero urgentemente. Rómulus entabla amistad con el galo, llamado Brennus, y tras unos incidentes en la puerta de un burdel, se enrolan en la legión del General Craso, que quiere conquistar Partia para disputar el Imperio a César y a Pompeyo, que están consiguiendo numerosas victorias en otras partes del mundo conocido. En la legión conocen a Traquinius, un adivino etrusco desertor del ejército que, igual que los dos anteriores, buscan pasar desapercibidos en la legión de Craso. 

Fabiola, hermana gemela de Rómulus, nacidos ambos por una violación de un noble a una esclava, es, igualmente, vendida a un burdel, y gracias a su extraordinaria belleza va haciéndose un hueco entre los clientes más exclusivos del mismo. Ésta sólo ansía encontrar a su hermano, y viceversa. Los otros dos protagonistas, venganza para su pueblo.

No voy a entrar en los tópicos, como dije antes. Me parece una novela muy correcta y muy bien redactada y documentada. Es casualidad que de todos los muertos, más del 80% del ejército de Craso, siempre los protagonistas salgan indemnes. Pero es ficción, y por tanto, posible. El ejército salió derrotado y los prisioneros convertidos para ser usados por el ejército parto. Y aunque la novela es ficción, el contexto es totalmente histórico, se puede buscar en internet lo que le ocurrió a esta legión y cómo murió Craso en manos de su enemigo, por lo mal que gestionó sus tropas. Eso es lo que más me ha gustado. Una forma más de contar la historia. 

Tarquinius termina haciéndose, gracias a sus dotes de adivino e inteligencia, con el mando de los hombres que el ejército parto envía a luchar hacia el este, y obtiene una fantástica victoria gracias a su estrategia una vez llegado a las fronteras. El libro termina ahí. Quedan cosas por atar, pero obviamente, quedan dos libros más, donde es de suponer que se irán solucionando las principales tramas. Rómulus y Fabiola deberán encontrarse, y los otros dos protagonistas deben volver a Roma. Pasará en el resto de la trilogía, imagino. Lo que no entiendo es la crítica demasiado cruel que a veces encontramos en muchos libros, discos, películas, etc... cuando realmente no sabemos lo que cuesta llevar a cabo tantos y tantos proyectos. Vale, el libro no es un best-seller, quizá. Pero cumple su cometido. Es fácil criticar cuando no se entiende, y sobre todo, cuando no nos ponemos en la piel de los demás. Para mi es recomendable.

lunes, 9 de diciembre de 2013

MIRANDO AL TECHO

Para escribir algo medio decente hacen falta muchas cosas, como ánimo, tiempo y detalles que contar. Y la verdad, hoy no cuento con ninguno de estos tres ingredientes. Pero no quiero retrasarlo a mañana, ni quiero dejar pasar la oportunidad de seguir con el ritmo de publicar, de momento, lunes a lunes. Más adelante, el tiempo dirá. Y es que tengo serias dudas con respecto a todo lo que se mueve a mi alrededor. Las ideas crecen, sugerentes, en mi cabeza, y no sé cómo darle forma a las mismas, a pesar del tiempo que me paso mirando al techo. El problema es que no siempre tengo tiempo para mirar al techo y reflexionar acerca de mi vida y los acontecimientos que la rodean; si miro al techo es porque ya he "encargado" otra tarea, que puede que ni siquiera me corresponda a mi realizar. O puede que sí. Eso es lo de menos. Lo importante es que creo que no sé estar parado, y que cuando lo estoy, divago más de la cuenta o, simplemente, pienso en más de una cosa a la vez, y tantas cosas juntas nunca pueden salir bien.

Mi destino está entrelazado con el alma de algunas personas. No son muchas, pero sí son más que suficientes como para hacerme dudar de casi todo. Sigo teniendo la mala conciencia de pensar que no se preocupan por mi; que quizá lo que hacen por mi, ya sea con la mejor de las intenciones, no sea lo que yo quiero. Que ya ni siquiera pido lo que me gustaría, sino lo que necesito para tener una vida normal, sin alegrías quizá, pero también sin problemas. Para que no caigan migas de pan al suelo... simplemente, no comas pan. A buen entendedor, basta. O sobra. O como se diga. Pero no podemos ser esclavos, de por vida, de una forma "tipo" de vivir, demasiada marcada por unas normas inexistentes en mi naturaleza, en mi ser, en cada uno de mis sentidos. Porque aquello que no tiene sentido es lo que más detesto en la vida, por mucho que lo quieran justificar. 

Siento no ser más claro, siento nadar en el mar de la ambigüedad y siento, sobre todo, el intentar que sean los demás los que traten de atar los cabos sueltos de los hilos que voy pisando en cada paso hacia un futuro en el que dos serán tres. De par a impar, producto de sumar aquello que, por miedo, no quisimos juntar. Pero el momento llegará. Y ya no seré yo quien desordene, ensucie o me muestre inconformista. Bueno, sí. Puede que yo siga igual... pero puede que también sea el doble de gente quien trate de imponer sus normas. A ver si perdiendo el poder de la exclusividad se sigue optando por la pasividad.

Yo lucho por lo que creo. Qué pena que otros no crean en aquello por lo que lucho. Prefiero mirar al techo antes que al suelo. Es como la indiferencia ante la sumisión. No hay color.

lunes, 2 de diciembre de 2013

LA SUMA DE NUESTRO CIELO (II)

...pero a ver si tú me entiendes a mí. Porque hace tiempo que no me esfuerzo en algo que sé que no merece el esfuerzo de los demás. No merece la pena. Todavía no sé qué buscas, ni lo que esperas encontrar. Renuncias a tu suerte despreciando tu dignidad. No te sientes libre y quieres secuestrar. Quizá debí dejarlo claro antes de empezar. Caminas por la vida sola, y encima, vas sin mirar… Y sigo pensando que no es una declaración aquello que no se quiere declarar. Y no… no quiero rimar. 

Bien. Vayamos por partes. Que aunque pudiera parecerlo, no quiero llegar a emocionar aunque hable desde el corazón, y al corazón quieran llegar en forma de lágrimas las palabras que mi garganta no siempre se atreve a pronunciar. No es un secreto que no vivo en la felicidad. Problemas tenemos todos, aunque tampoco me quiero quejar. La mayoría de las veces vivo por la inercia que la vida nos marca en su línea, y que no se puede fracturar. No siempre estoy triste. A veces permito que la melancolía siga su camino… si es que de mi se quiere apartar. Mujer, que tanto tiempo quise y que tanta resistencia muestras cuando te quieren amar. Siete y ocho horas al día me roban los sueños al tiempo en mi forma de caminar, en mi vida, en el freno de la creatividad. Y hay días, que suelen ser mayoría, en los que el sustento depende de cada uno de mis actos y que marcan el horario de todo aquél que necesita una necesidad: la de trabajar. Y no puedo hacer más. De verdad. El tiempo no es más tiempo ni para el bueno ni para el regular, ni para el malvado ni para la verdad. El tiempo es único. Siempre el mismo. Y si un día te regala dos horas, el día siguiente te las va a quitar. 

¿No quiero estar contigo…? Demasiada relatividad. El arma de la mentira afilada con el brillo de una hoja de cristal. Prefiero pensar que no existe un esfuerzo mutuo por estar donde uno cree que debe estar. Físicamente… o en tu realidad. Porque si trabajo de noche, no tengo otro sitio mejor donde estar. Y sueño despierto con otra posible verdad, la de meterme en tus sueños para estar siempre contigo en el lugar donde tú elijas estar. El camino es recíproco. Y si yo no estoy contigo, tú conmigo tampoco estás. Que me duele tu mirada al frente cuando te alejas de mi porque así lo deciden mis pies al caminar. En sentido contrario. El necesario para que ambos podamos respirar.

A veces me acuesto casi a la hora de despertar. Y vivo pendiente del ritmo, a veces lento y pausado, constante, incipiente, cruel y necio de las pautas de la ansiedad. Sí. No lo niegues. No tengo una vida normal. Y no recibo la ayuda que quisiera poder brindar. No te culpo. La culpa, como todo en la vida, es sólo de quien se la quiere apropiar. Pero tampoco me culpes a mi. Mi cuerpo forma parte de nuestra propia debilidad. Sigo necesitando ayuda… cada día más. Y para poder conseguirla, parece que cada día que pasa el precio es más alto y la recompensa de peor calidad.

Mi primer problema es que no soy perfecto. Por tanto, no busco la perfección en los demás. Si un día no se limpia, ni se cocina, ni me quieres acompañar… si un día duermes más, si lloras, pasas frío al trabajar, si no tienes ganas de más, no funciona la tele, las pastillas están donde no deben estar… si mi pijama ocupa la percha que no debe ocupar, o me lo dejo en tu mitad… si un día no me quieres hablar… no me importa. Ni quizá me importe nunca más. Porque el cinismo está lleno de verdad, y las frases que compartimos son para los demás. Por eso repito: no me importa. Y sé que, quizá, muchas cosas están mal. Pero también sé que de eso no depende mi felicidad. Son cosas que no echaré de menos cuando vuelva la vista atrás. Me podré arrepentir menos o me podré arrepentir más. Pero también habrá cosas de las que no me podré arrepentir jamás. A veces, me duele que me vean así, como yo me puedo ver en determinados momentos, y que hagan como si no me pasara nada.

Mi segundo problema es que carezco de personalidad. Y cuando decido enseñarla, actúo con maldad, pierdo parte de mi bondad y mi libertad vuela libre en busca de su propia felicidad. Tengo siempre que comprender a los demás cuando están mal incluso aunque nadie sepa leer en mi lo que mi alma quiere contar. Palabras al viento que huyen de herir toda sensibilidad. Susceptibles de crecer frente a un cambio de personalidad. Y, como dije, carezco casi por completo de ella. Así que, en este aspecto, no puedo protestar. Yo mismo me lo he buscado.

Y mi tercer problema es creer en la libertad. Aparentar mi disimulo, disimular que aparento felicidad, que hago lo que me gusta, que soy dueño de mi destino y que siempre elijo aquello que deseo realizar. Y este es el mayor problema de todos, porque cuando gasto mi tiempo en mi, no lo gasto en los demás; y aparece el desprecio, la elocuencia, la vanidad. La falsa mentira, la mentira de la verdad. A implica B, y B implica C. Y C es consecuencia de A, por lo que mi tiempo pertenece a A, sí o sí, o de lo contrario, no sé amar, ni parece que quiero a nadie, y el egoísmo parece hacerse dueño de mi corazón. Simplemente, por intentar ser yo. Por intentar vivir. Ya sabemos que cuando hay que elegir entre dos o más opciones, siempre nos vamos a equivocar. Y yo no iba a ser la excepción. Así que siempre me equivocaré. Da igual lo que elija. Y claro, el fracaso lleva a la depresión. Y uno se cansa de pensar tanto en el verbo fracasar.

La comunicación es inútil cuando la comprensión no existe en alguna de las partes. 

Sé que no te va a gustar. Pero no tengo una forma mejor de poder hablar. Y aunque obtenga tu perdón, yo nunca me lo voy a perdonar… porque no busco tu perdón. Sólo busco enseñarte otra forma de mirar. Compartiendo luces. Direcciones únicas. 

Aún existo. Y estoy más cerca que tu verdad. Más de lo que puedas imaginar...

Viene de aquí: http://tarifadirecto.es/component/content/article/13562-la-suma-de-nuestro-cielo-i

Anuncio