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lunes, 26 de agosto de 2013

CON EL LABIO PARTIDO

Hubo una época en la cual caminaba por los pasillos de mi juventud con el labio partido. No. No es que me metiera en peleas, que nunca me han venido, ni me irán. Es fácil ignorar lo que uno no pretende. No, no fue por eso, sino por la inmensa facilidad de coger infecciones que quedaban plasmadas de una forma perfecta en alguno de mis labios. Vamos, lo que es una pupa en el labio de toda la vida. Yo las odio, pero ellas me quieren con locura… Hoy en día, con la medicina moderna, duran menos de una semana si la pomada es buena. Antes, dos semanas no había quien te las quitara.

En una de mis épocas rebeldes, en aquel año de BUP que no usé la marcha que debía haber metido y quedé mal parado aún sin entenderlo, me rendí demasiado pronto en todos los aspectos de mi vida. No quiero evadir mi responsabilidad, pero recuerdo aquél profesor de manos castigadas por la tiza que me explicaba las integrales (o lo intentaba...), o aquél otro de bigote serio y mirada serena que explicaba filosofía como quien te habla de algo que no te interesa en absoluto... ni a él tampoco. Y de aquél llamado Isidoro, que hacía tan obvia la biología que te restaba puntos en aquellas preguntas que estaban mal en los exámenes. O aquella loca de pelo blanco a juego con su bata que fue a parar a mi instituto únicamente ese año y que resolvía sus propios ejercicios de física y química con sus propios errores y que hacía que yo no tuviera que hacerlos en casa. 

Entonces, tras aquella Navidad, una pupa se instaló en mi labio inferior, ligeramente ladeada a la derecha del mismo, y decidí plantarle batalla, hasta tal punto que no dejé que desapareciera en tres meses. Y llegó a ser tan profunda que me dejó el labio partido y la desidia instalada en aquél pupitre del final de la clase junto a la puerta de salida del aula. De hecho, aún se puede apreciar en mi labio el lugar exacto de esa cicatriz que me dejó aquél curso de 3º de BUP que hizo que perdiera, en cierto modo, un año de mi vida, por culpa de aquellos cuatro profesores y sus asignaturas que fui incapaz de aprobar ni siquiera en septiembre. Jamás nadie me enseñó la lección o la forma en la cual corregir mis errores durante el curso, y en septiembre pasó lo que no esperaba, pero tampoco deseaba. El curso siguiente fue el que debía ser, con profesores mucho más severos en todos los sentidos, pero sin punto de comparación alguno con su forma de enseñar. Ahí me di cuenta de que lo puedo aprender todo, pero necesito que se me explique bien. Fui repetidor solamente en esencia, porque en presencia fui uno más, casi el más pequeño en forma de pensar, en la ingenuidad de lo que poco a poco se fue forjando como mi extraña personalidad. Envidio a los jóvenes de hoy en día; no por el hecho de tener la misma oportunidad que tuve yo, sino porque yo ya no podré tener dicha oportunidad y ellos aún están a tiempo. Aunque a muchos les pasará como a mi, que aún no ven que tienen el poder y la sabiduría en sus manos, y entonces puede que prefieran ir... con el labio partido.

martes, 20 de agosto de 2013

AFÁN DE PROTAGONISMO

Se ve de lejos. Por mucho que se intente disimular. El egocentrismo tiene la facilidad de no dejarse esconder así como así. Y cuando alguien tiene afán de protagonismo, como decía... se ve de lejos. Desde muy lejos, la verdad. No es que quiera parecer más inteligente que nadie, ni previsor, ni cauteloso... todo lo contrario. La confianza que creo en aquellos que no se dejan impregnar por la misma debería, al menos, dejarse notar de alguna manera. Sin embargo, al tiempo que genero confianza, se me va creando cierta desconfianza cuando veo, noto, siento, detecto... que alguien busca más afán de protagonismo del que realmente le toca llevar. Claro, juega con ventaja, como un equipo de fútbol cuando juega ante su público. Y es consciente de ello, y se aprovecha. El problema que tienen estas personas es consigo mismas, simplemente porque se piensan que necesitan ser protagonistas de algo que, personalmente, ni me importa ni me interesa. Ni nos importa, ni nos interesa. Intento preocuparme de dejar la vida pasar, que ya es bastante, y eso deberían hacer los demás; dejar la vida pasar de la mejor forma posible y dejar que la vida de los demás discurra según el deseo de cada uno.

De todas formas hay algo que no entiendo; tan culpable de dicho afán es el que lo protagoniza como el que lo permite. Y si quien lo permite, lo permite... mejor no digo nada. Pero ahí está la barrera que se crea sin permiso otorgado, ahí reside el precedente de lo que parece obvio y en personas que no saben ver más allá... ocurre eso: que más allá del protagonista, se encuentran con su afán. Y salen derrotados a ojos de todos, excepto de ellos mismos que, preocupados por su afán, se piensan victoriosos y ganadores sobre los demás; sin embargo, sólo transmiten pena y la sensación de un vacío que ahora mismo no se muy bien donde situar...

lunes, 12 de agosto de 2013

UN SUEÑO DE 10 MINUTOS

La mentira no existe. Sólo es el reflejo de una burla a la verdad. El extraño no siente el vacío que deja la persona que nunca quiso saber su identidad. Y aun no sé escuchar mi libertad. Las palabras me salen incompletas con letras que vienen y van. Me da miedo el futuro y más aún la eternidad. Sonrisas demasiado frágiles en labios no menos espabilados. 

Porque aunque parezca mentira, siguen existiendo cosas por las que, al menos, intentar luchar. Vidas que lograr. Formas de decir las cosas que realmente queremos conseguir. Nadie puede dudar de mi honestidad. Siempre me ha sentado mal despertarme sin que los ojos de la luna me presten atención.

Hoy me siento bien. Y todo se puede mejorar, por lo que quiero ser optimista y sentir antes que tener que negarme a probar aquello que tengo miedo a no poder olvidar. Nunca y jamás. Porque también tenemos que decidirnos a darnos una oportunidad. El aprendizaje forma parte de la vida, y ésta nunca nos va a juzgar. Se limita a enseñar. Y quien sabe... puede que tengamos alguna oportunidad. Porque si muero, que sea sintiendo que lo hice creyendo en lo que creía y no en lo que querían los demás. Hoy escuché en la radio que una universidad de estas que investigan, por lo general extranjera, ha descubierto que cuando alguien muere y el corazón se le detiene y realmente muere, el cerebro sigue funcionando y experimentando al menos de 10 a 15 minutos, pues las células del mismo no se detienen al momento como el resto de los órganos. O algo así... por tanto, aquellos que han estado muertos unos minutos y luego han sido reanimados, aquellos que han tenido experiencias cercanas a la muerte... parece ser que sí, que tienen razón, que después de la vida hay algo más, al menos por unos minutos, que producen sensaciones y experiencias únicas y a partir de ahí... El caso es hablar de algo, y ha sido lo primero que se me ha ocurrido... la próxima vez que me apetezca escribir, lo haré; al menos, de forma esquemática. Que luego llega el lunes y se me olvida lo que hace dos días quería escribir. Y me pongo a divagar más de la cuenta...


lunes, 5 de agosto de 2013

LOS ÁNGELES NO SUEÑAN

Canción negra sin color, dulce aroma a flor, mis respuestas de vida muestran el invierno y el calor, el tiempo de la duda, la pintura y el amor, desventura de mi sudor, cementerio expuesto al sol. Canción impregnada en sudor, ángeles que ya no son pretensiones de mi ensoñación, que sueñan con la libertad de la muerte y del vigor, de la energía y de la razón. 

Y ahí andamos, intentando contar los ángeles que un día me abandonaron, y jamás los volví a ver volar por las letanías de mi compasión. La vida se pierde el mejor día, y el peor perdura por siempre en nuestros recuerdos. Aún es pronto para saber si el demonio volverá a usar sus poderes que apagan la llama de mis canciones; aunque canciones no me faltan. Las mismas que escucho cuando siento que las ganas de vivir tampoco me sobran.  Afortunadamente, aún cuento con algo de Esperanza para bañar la melancolía que se escapa por los poros de mi piel. 

Porque si algún día tuve ángeles, perdieron la belleza de contar sus sueños a mi Dios. Porque a veces te sueño con demasiado temor, como intentando taparme los ojos de la misma forma en la cual uno no quiere ver, ni saber, ni conocer. Que no hace tanto tiempo que íbamos de la mano, intentando seguir tus pasos, demostrando que cada aliento sale justo del corazón. El pasado nos debe demasiadas cosas que no sabemos aprovechar...

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