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martes, 25 de septiembre de 2012

ENTENDIMIENTO

Afloran las ganas de llorar en rostros pausados, con lento caminar, sosegados, con calma intermitente, mirando al pasado abundante en mi pesar. No vemos lo que existe delante de nuestros ojos, seguramente porque no pensamos en nadie más que en nosotros. Y eso es malo cuando no se sabe reconocer. Confío. Claro que confío. Confío tanto que precisamente por confiar dejo de pensar en mi para pensar en los demás... y luego me acusan de no confiar. Pero esa no es la cuestión. No siempre confiar es sinónimo de entender. Ni amar. Ni querer. Mi predisposición a la libertad es siempre total, abierta de par en par. Pero libertad no significa ser esclavo de nadie. Cuando las cosas han sido como han tenido que ser, han funcionado bien. Y funcionarán mal si se fuerzan a ser como deberían ser. Nada es correcto excepto en la mente de quien lo crea... o de quien se lo cree. Es cierto que nuestras vidas están en el aire; es cierto que somos quienes las controlamos; y es cierto que controlar una vida es difícil, mientras que controlar dos es imprevisible: nadie ama por amor al arte. Que no quiero que me quieran con todo el alma un millón de veces... prefiero que me entiendan una sola vez. Porque por muy bueno que esté el chocolate, si a mi no me gusta... 

Lo deben de entender.

lunes, 17 de septiembre de 2012

NI CINCO MINUTOS...

Ahora sé que nunca serás feliz. Porque te falta la infancia de alguien que no eres tú y te sobra un futuro que puedes intuir como el color de la sangre. Perdiste la mejor compañía que el mundo te quiso regalar, y eso es algo que nunca podrás perdonarte. La tristeza de dos personas eleva al infinito la tristeza de una de ellas de manera individual. Y no, lo más importante en esta vida no eres tú. Te engañas al establecer un orden que no existe, pues todo es importante según el momento. Tu abrazo es tan fuerte que impides que yo pueda abrazarte a ti. Hasta los corazones más fuertes y puros necesitan respirar. Y en esas estamos, intentando coger bocanadas para intentar sobrevivir, que ni siquiera son todas para mi, que algunas las uso para llenar el bote de tu fragancia... Y cada vez lo siento más vacío. Por eso sé que nunca serás felíz. Y si tú no luchas por tu propia felicidad, no tengo la Esperanza de que luches por la de los demás...

A veces ocurre que cinco minutos son una eternidad, que los pides y no te los dan, los solicitas y te los desprecian, los suplicas y olvidan el tiempo que dedicaste en el pasado. Yo seguiré teniendo tiempo para los demás, y si saben respetar la frontera de la necesidad, siempre habrá un hilo que mantendrá vivo mi tiempo, aunque sean sólo cinco minutos. 

A veces ocurre que ni siquiera esos cinco minutos son para mí. Quizá era lo único que necesitaba en todo el día para ser feliz.

A veces, simplemente, ocurre.

jueves, 6 de septiembre de 2012

DE OTRA PASTA

Una cosa es ser fan, y otra distinta es admirar a alguien. Siempre he defendido la idea de que pocas personas son dignas de admiración. Y por supuesto, no lo van a ser, para mi, ni un cantante, ni un futbolista, ni cualquier otro artista de índole parecida. Un médico, que se va a perderse en mitad de un continente perdido para ayudar a los demás, sin esperar nada a cambio, sí que merece mi admiración, por poner un ejemplo. Porque el anonimato es otra especie de admiración con cierto sentido, si lo pensamos realmente. Reflexionando sobre la vida moderna, en la cual un hombre con un único hijo se siente agotado, o una mujer con un trabajo, se siente saturada (o viceversa) me doy cuenta de lo poco que valoramos a otras generaciones, que parecen hechas de otra pasta. Padres con tres, cuatro, seis, ocho hijos... y un único trabajo agotador, demasiado físico, exigente, o con dos trabajos y una casa enorme que mantener, hicieron que, en el fondo, nos hayamos vuelto un poco (por suavizar el asunto) débiles y merecedores de elogios a todo momento. Está claro que cada uno hace lo que puede, y eso hay que valorarlo; pero me da la sensación de que se puede hacer mucho, pero mucho más. Antes lo hacían, y nadie se quejaba de ello. Así es imposible luchar por nuestros sueños...

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