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martes, 7 de junio de 2011

LA VEJEZ

Cuando llegué ya estaba allí. Salí a ver la lluvia caer y me la encontré sentada en un banco. De pelo blanco, con falda larga color azul y rebeca gris. Mirada perdida, omnipresente, sujetaba con fuerza un paraguas con ambas manos. Llegó un niño de 5 años con su madre. Se subió a los columpios, ignorando el tobogán. Se fueron. Llegó otra madre con la parejita. Sonaron los columpios, con su triste chirriar. Y siguieron llegando niños, y jugaron con porterías imaginarias, y se escucharon risas y carcajadas. Ella, sin ver lo que miraba, seguía con el gesto serio. Muecas que semejaban sonrisas querían aparecer de vez en cuando. Sólo fueron espejismos del alma. Y se volvieron a marchar, dejando el eco de la infancia, dejando la añoranza de tiempos que todos tuvimos alguna vez. Y allí se quedó. En ese parque, rodeado de edificios, únicos testigos del transcurrir del tiempo. Y la quise fotografiar, pero la vejez no tiene imagen. Por eso la foto aparece vacía... porque cada uno tiene una imagen de vejez dentro de su ser. Que algún día seremos quienes un día dejaron sus gritos en el tiempo lanzados al viento... y nos miraremos, y veremos la vejez.

6 comentarios:

  1. Querido Manolo, es obvio que cada uno vemos la vejez desde una perspèctiva diferente, como todas las cosas de la vida. pero hay gente mayor que ansia vivir y gente joven que vegeta en vida y seguramente seran los primeros los que mas huella dejen.
    un abrazo

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  2. Hola Manolo

    Si no pasa nada, la vejez física la veré algún día, y me sentiré afortunado por ello; bueno, si me lo permite la vista, que me he dejado parte con la dichosa foto misteriosa de esta semana. La mental, del alma, o como se la quiera llamar, ya no estoy tan seguro. Mientras siga viviendo las cosas con ilusión -a veces como un niño-, y no permita que la soledad habite en mí, no tendré que preocuparme por ella. Pero claro, eso no siempre está en las manos de uno. Ya te contaré dentro de cien años.

    Un fuerte abrazo!

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  3. "Ella, sin ver lo que miraba..." esa frase me ha llegado. Siempre he sentido especial debilidad por los ancianitos (sumado al vínculo creado con mi carrera- que por desgracia no ejerzo- y que me une en apretado lazo a ellos especialmente). Siempre he supuesto que cuando llegas a cierta edad tienes ya tanto vivido, tanto mundo interior que mirarás al resto del mundo y a sus moradores como de vuelta de todo, pensando: "lo que os queda por vivir, pringados, veréis, veréis lo que se os viene..."

    Supongo que, teniendo salud y la cabecita en su sitio, uno debería sentir una inmensa paz interior ya que, como dijo el sabio: "al igual que un trabajo bien hecho te provoca un dulce sueño, una vida bien vivida te provoca una dulce muerte". Puede sonar macabro pero así es.

    ¿La vejez? Sinceramente en estos tiempos que corren me sentiría privilegiada de poder alcanzarla, de poder mirar al mundo desde mis ojos cansados y con mi cabecita plateada... pero lo dudo.

    Un toque de humor en torno a la vejez:

    "La vejez tiene sus cosas buenas: dejan de dolerte las muelas y dejas de escuchar las tonterías que dicen a tu alrededor."

    Un besote, querido.

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  4. Hola Orthos!!

    Bueno, creo que realmente, nadie quiere llegar a viejo... lo que pasa es que nadie sabe desde qué edad uno es viejo, y todo depende de cómo se sienta uno. Pero lo que vi ayer es lo más parecido a la vejez que tendremos. Al menos, seguramente así lo deseemos más de uno.

    Un abrazo!!

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  5. Hola Anto.

    A saber dónde estaremos dentro de 100 años... seguramente saludándonos en algún lugar del infinito, compartiendo momentos del pasado. El otro día escuché por la radio a un señor de 100 años que está deseando de que llegue septiembre porque se ha matriculado en la Universidad. Admirable. Así es como quisiéramos llegar todos a la vejez. Sólo depende de nosotros.

    Un abrazo.

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  6. Hola Akasha!!

    Pues sí, hay gente que mira y no ve ni lo que tiene delante de sus narices. No es lo mismo mirar que ver, aunque suene a tópico. Creo que en el fondo le estamos perdiendo el miedo, o el respeto, según queramos verlo, a la vejez; a cambio, tenemos más miedo a la soledad. Releyendo lo que escribí, hay momentos en que mis palabras se refieren más a la soledad que a la vejez.

    En fin, querida, sea lo que sea lo que nos depare el futuro, esperemos que no sea demasiado cruel con nosotros, ni con nadie, por supuesto.

    Más besos!!

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