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sábado, 24 de julio de 2010

SILENCIOS EN EL AIRE...

...que asemejan ser laberintos de incredulidad. Laberintos en los que la única salida es proponérselo con fuerza y coraje y disponerse a atravesar las páredes. De la fragilidad de las mismas depende el daño posterior. Y tras el daño, veremos el tamaño de las heridas. Apariencias triviales, jocosas, normales u odiosas, como si todo fuera normal. Y en verdad, no existe la buena voluntad. No es tan difícil ser feliz, sólo basta con querer serlo, sorteando las trabas que nos puedan poner, pero de la mano. Y si mi mano se ha soltado, si no hacen por donde buscarla, llega un momento en que el brazo no se puede estirar más. Con lo fácil que es ser feliz... sobre todo cuando se quiere ser feliz. Siempre dije que casi nadie es digno de admiración. Ni el cantante del cual somos los mayores fans, ni el político que más se identifica con nuestras ideas, ni el deportista que más triunfos da a nuestro equipo. ¿Merece la pena admirar a gente así? Creo que no. Admirables son aquellos que dejan todo y se van a curar enfermos al tercer mundo poniendo en peligro su propia vida, teniendo, seguramente, una carrera profesional sobresaliente. Admirables son aquellos que no tienen para comer pero no saben estar el uno sin el otro, en la más mísera pobreza. Seguramente, jamás sea admirado. Por eso sólo pido, al menos, ser feliz.

1 comentario:

  1. Ser feliz es realmente fácil cuando uno se congratula con las pequeñas cosas del día a día. Uno puede ser feliz ante el trino de una golondrina en la mañana soleada, o ante ese rayo de sol que crea diferentes colores al atravesar la vidriera del salón,quizás ante el contacto de una mano grande, protectora, cubriendo la nuestra, o ante el susurro de ese alguien que nos arrulla que nos quiere al oído. Es fácil.

    Comparto su sentido de la admiración por quienes verdaderamente lo merecen y que son quienes menos lo reciben.

    Saludos

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